Sosegado. No grita tanto como al inicio, se ha dado cuenta de que los árbitros lo siguen como si fuera el yerno que no quisieran ver cerca a su casa.
Pablo Míguez mira raro y es amarilla, Pablo Míguez estira la “44” y se va derechito a las duchas. Hasta Guillermo Sanguinetti se “ganó” con el tema y pidió justicia para su compatriota.
El tiempo pasó y el “Cotorra” no deja de meter, de tener el pecho tan caliente como una plancha. Pega como loco pero no se regala.
Junto a Josimar Atoche están limpiando los cuerpos extraños que aparecen por sus lados y ese es uno de los secretos de los blanquimorados para trepar en este Clausura.
Es el presente de un gladiador de mil batallas.