Hace varios años, partidos de masas fascistas y filo nazis tuvieron arraigo popular cuando se iba a tomar el poder en 1936. ¿Qué sucedió?
Únete a nuestro canal de WhatsAppPerú es uno de los países que muchos en el mundo creen fuera de la II Guerra Mundial, pero lo cierto es que la nación andina durante la década del 1930 tuvo una clara simpatía por doctrinas totalitarias como al fascismo y el nazismo. Sin embargo, no saben que algunos filiales buscaban tomar el poder por medio de elecciones y por poco lo consiguen.
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Y esto no solo es una reseña histórica, también fotográfica, pues existe una imagen que data de 1936 que muestra una gran aglomeración de personas que se agolpan en el Jirón de la Unión del hoy conocido como el Centro Histórico de Lima.
La foto fue tomada desde uno de los clásicos balcones de esta transitada calle de la capital peruana. En ella vemos un masivo desfile, pero esto no es lo que más destaca, sino que en los segundos pisos de estas viviendas flamean banderas peruanas, pero no lo hacen solas, pues están acompañadas de estandartes propias del nazismo alemán, pero también de la Italia fascista.
En medio de la concentración vemos un auto descapotado que transporta a un hombre parado saludando a las masas. La imagen, compartida en la página Memorias de Lima, no ha determinado de quién se trataría.
La historia oficial parece haber olvidado que durante la década de los años 30 del siglo XX la era de los partidos de masas, pero el Partido Comunista o el APRA no fueron las únicas agrupaciones políticas que se hicieron con el favor de los peruanos de entonces.
En ese contexto, se puede decir que los nazis en el Perú se formaron en núcleos dentro de la colonia austro-alemana, buscando expandir su núcleo en la intelectualidad universitaria, así como en las clases medias.
En el caso del fascismo, este tuvo su génesis en la figura del presidente Luis Miguel Sánchez Cerro (1930-1933) quien llegó al poder tras derrocar al dictador civil Augusto B. Leguía (1919-1930), tras lo cual formó el partido Unión Revolucionaria (UR).
El dictador Sánchez Cerro siempre se mostró simpatizante del fascismo italiano, pero sería su ministro y lugarteniente en el partido, Luis Alberto Flores, quien terminó por adoptar la ideología, estética e ideario fascista, la cual se acentuó tras el asesinato del militar el 30 de abril de 1933.
La Unión Revolucionaria fue uno de los grandes partidos de masa de la década, teniendo gran apoyo de las clases populares y los estratos medios en todo el país, entre otras cosas por su programa en extremo nacionalista, el cual no dudaba en abrazar la xenofobia, al punto que hizo campañas llenas de racismo contra la inmigración japonesa que fue masiva en dichos años.
El fascismo peruano estuvo cerca de llegar al poder durante las elecciones generales de 1936, con cuatro candidatos postularon a la primera jefatura de la nación, encarnados en el Partido Social Demócrata de Luis Antonio Eguiguren (que solapaba la candidatura del APRA, proscrito en ese entonces); el Frente Nacional de Derecha de Jorge Prado Ugarteche; la Alianza Acción Republicana de Manuel Vicente Villarán; y la Unión Revolucionaria de Luis Alberto Flores.
En los comicios, Eguiguren se impuso con el 37.1 por ciento, en tanto que Flores quedó segundo con 27.22 por ciento. Sin embargo, el Congreso de ese entonces desconoció los resultados anulándolos y prorrogó el mandato del dictador Óscar Raimundo Benavides hasta el 8 de diciembre de 1939.
De hecho, en Estados Unidos, a Benavides se le consideraba un "nazista" y "filo fascista", siendo esta una de las muchas explicaciones del porqué estas ideologías totalitarias proliferaron en el Perú, pero que la historia oficial parece tratar de querer olvidar.