Considerado entre los mejores futbolistas de la historia gracias a su exquisita técnica e impresionante palmarés, Ronaldinho Gaúcho porta una espina clavada en el corazón que hasta el momento no puede quitarse. Levantó todos los trofeos que disputó, ganó el Balón de Oro 2005, sin embargo, el Mundial de Clubes (o la Copa Intercontinental) aún le es esquivo.
Ni cuando vestía la “mica” del poderoso Barcelona en el 2006, tras una épica campaña en la Champions League, donde fue considerado el mejor del torneo, pudo alzar la “Orejona”.
Aquella vez, los catalanes cayeron en la final contra el Internacional de Porto Alegre, equipo archirrival de “Dinho”, por su pasado en Gremio. El volante vivió una pesadilla en Yokohama y la sonrisa se borró de su rostro.
El crack tenía la sangre en el ojo por no cerrar el año de manera decorosa, pues solo meses antes no pudo revalidar el título mundial con Brasil en la justa mundialista de Alemania.
Si embargo, ganar la última Copa Libertadores con el Atlético Mineiro le brindó la oportunidad de disputar por segunda vez el torneo. Volvió a ser figura con la “10” en la espalda, brillando en el torneo continental. El popular “Dinho” se lució durante los entrenamientos haciendo maniobras con el balón.
La suerte le dio la espalda al brasileño, cuando el desconocido Raja Casablanca de Marruecos venció al cuadro albinegro en semifinales del torneo, pese a marcar un gol en la derrota de 3-1. Ronaldinho debe conformarse por luchar el tercer puesto del Mundialito.