Johnnier Montaño es un jugador que hace del fútbol una poesía. Su juego es un deleite para los paladares más exquisitos. Es el típico futbolista que encandila a las masas con jugadas de lujo. Por algo es el “10” de la Universidad San Martín.
Hasta ahí todo perfecto, sin embargo, el “Potón” tiene un defecto y no es casualidad que no termine un partido porque sencillamente reacciona mal ante una provocación rival.
Ayer, ante la “U,” sumó una nueva para su récord. Corría el minuto 82 y Montaño, quien se había alzado con uno de los puntajes más altos, cayó infantilmente en la trampa que le tendió Christofer Gonzales.
El crema lo asfixió con la marca y el santo le puso el brazo en el rostro. Le metió un manazo al querer cubrir la pelota y el árbitro lo expulsó.
A partir de ahí el partido para los santos se tornó aún más complicado al quedar con nueve hombres, ya que al minuto 51 –también por doble amonestación– perdieron al “Pulpito” Carlitos Fernández.
Le pasó en el Boys, Alianza y ahora en la San Martín. Montaño debería aprender a controlarse para que sume fútbol.•