Desde hace algunos años se ha estrenado un nuevo modelo de tarjeta SIM y ha marcado un antes y después en los smartphones. ¿De qué se trata?
Durante años, los teléfonos móviles han requerido de una pequeña tarjeta conocida como SIM (por sus siglas en inglés, Subscriber Identity Module) para conectarse a redes móviles. Estas tarjetas permiten realizar llamadas, enviar mensajes de texto y navegar por Internet. Sin embargo, este componente esencial está siendo desplazado por una solución más moderna y se llaman las tarjetas eSIM.
La eSIM, o SIM embebida, es una versión digital integrada directamente en dispositivos como smartphones. A diferencia de las SIM físicas, no necesita insertarse manualmente en el equipo, lo que simplifica el proceso de conexión a la red móvil. Inicialmente pensada para facilitar la conectividad en el ecosistema del Internet de las Cosas (IoT), esta tecnología ahora está encontrando un espacio importante en el mercado de consumo masivo.
En nuestro país, empresas de telecomunicaciones como Movistar, Claro y Entel ya han empezado a ofrecer soporte para eSIM. No obstante, para aprovechar sus beneficios, es indispensable contar con un teléfono compatible con esta funcionalidad.
Uno de los principales beneficios de esta tecnología es su practicidad: al estar integrada en el dispositivo, se elimina el riesgo de extravío o daño físico que sí afecta a las SIM tradicionales. Esto contribuye a una conexión más estable y continua, sin las fallas que podrían provocar interrupciones en la señal o llamadas.
Además, la eSIM aporta mejoras importantes en cuanto a seguridad. Al no poder retirarse ni intercambiarse, se reduce la posibilidad de fraudes como el robo de identidad mediante el intercambio de SIM. También permite gestionar múltiples líneas móviles desde un mismo dispositivo, facilitando el uso de distintos planes telefónicos de forma simultánea.