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Fixture de la Copa América 2024

¡Héroes igual! [Crónica]

Porque nos hicieron soñar... Porque unieron al país... Porque recuperaron la memoria... Porque asustaron con el "chocolate" peruano... Porque hoy el mundo nos respeta...

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Denis Prince Delgadillo

“Hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria”, inmortalizó alguna vez Jorge Luis Borges. Y este dicho poco o nada tuvo que ver con el fútbol que el escritor argentino desdeñaba y  calificó de “estúpido”, pero sí mucho con la vida. 

¿Y qué  mejor ejemplo para representar a la vida misma que el fútbol? Ayer en Río de Janeiro no hubo “Maracanazo” pero sí la confirmación de que nuestro balompié continúa —premonitoriamente en el mes patrio— independizándose, liberándose de sus taras formativas y psicológicas para seguir insertándose en la élite del fútbol internacional. 

Hubo guapura para moverle el balón a la “Verdeamarelha”, hubo personalidad para reponerse cada vez que el rival se adelantó en el marcador y hubo “huevos” para silenciar el estadio con el penal de crack de Paolo.

No alcanzó porque el colectivo de Brasil fue superior y porque su jerarquía la puso en manifiesto en los dos primeros goles. A la primera que Gabriel Jesus dibujó a Trauco, Everton la embocó; y al mínimo error de Yotún —combinado con los resbalones de Tapia y Zambrano—, Jesus adelantó otra vez al anfitrión.

Se jugó una final tras casi medio siglo pero aún falta para que nos coloquen el cartel de favorito, pero, también, sirvió para que este desarrollo blanquirrojo no se detenga.

Ayer nos despidieron del Maracaná entre aplausos respetuosos y ya no lastimeros: se ha avanzado, aún en la derrota, y eso, como diría Borges y su desapego por el fútbol, es digno. 

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