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“Chico” malo

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¡Caray, otra vez la misma historia, hincha rimense! Tantas veces tú y la agonía, tú y el estoicismo, y tú con aquella camiseta celeste expuesta en las visitas efímeras al cielo y al infierno, porque su sitio hoy en día es el purgatorio, un rincón donde las lágrimas parecen ser insípidas y el valor de la insignia parece haber caído al abismo.

Y es que los dirigidos por Guillermo Rivarola dan la impresión de estar condenados al resultado de equipo “chico” y jugar con el escudo de un “grande” en el pecho. Sino que lo digan los 90 minutos que ayer reflejó Sporting Cristal ante un Cobresol (1-1) que no respetó sus cimientos de “cobre”, pues en todo momento buscaron el oro. Y vaya que casi lo logran.El primer tiempo fue una película repetida, con un Luis Advíncula desbordando por el sector derecho, un Miguel Ximénez esperando ser el elegido por el Todopoderoso para  marcar y un antagonista  que en cada contragolpe dejaba con los pelos de punta al “Extremo Celeste”.

Es ahí cuando el “Tiburón” bajopontino miraba algo confundido el banco en busca de una respuesta, después de ese jugueteo peligroso al que se expone con la ruleta rusa.Cada  semana sienta a un extranjero por el limitado cupo, esta vez fue el turno del paraguayo Carlos Espínola... ¿Alguno de los que llegó en esta temporadamarcó la diferencia?Ya en la etapa complementaria ingresaron Luis Escalada, Diego Chávarri y Danny Sánchez, tres peones que trataron de tragarse el muro establecido por el estratega del conjunto moqueguano Teddy Cardama.

Dicho plan no funcionó, pues a los 62 minutos apareció el argentino Claudio Velásquez y decretó el 1-0 momentáneo, mientras el silencio en el estadio San Martín desnudaba lo que fue Erick Delgado y sus cuatro pseudodefensores, al quedarse clavados como unas estacas.Pero cinco minutos después (67’) aparecía ese artillero escondido, Miguel Ximénez, un goleador de raza que rescató un punto con sabor a derrota. Sino que lo diga ese hincha rimense, ese que ayer sufrió tantas veces antes, durante y después del partido. ¡Caray! ¿Y dónde está esa tan mentada “Fuerza Vencedora”?

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