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¡Gracias, chicas!

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    Cuando lo inalcanzable se vuelve un mito, la vida dice que el rezo mayor de una población es el reconocimiento. Y si en algún momento alguien dio la cara, las manos y el corazón por tu bandera, lo que menos uno puede hacer es decirle “gracias”.

    Y ayer el Perú se puso de pie.  La señora de la esquina de tu barrio. Tu amigo. La familia de ellas. Hasta la policía que se olvidó lo suyo para la venia respectiva. Todos llegaron hasta el Jorge Chávez para recibir con los brazos estirados a Natalia Málaga y sus muchachas.

    No todos los días estás entre las cuatro mejores del mundo, no todos los días vas a enfrentar el destino sabiendo que eres alguien en este planeta. Y estas muchachas nos hicieron sentir ello.

    Cerca de 3.500 hinchas reflejaron ello. Gritos para Leyva y para el resto de muchachas que no dejaban de levantar el pulgar y abrir la boca de asombro ante tanto cariño. Ante tanto furor.

    Si por esas cosas se dijo que  las seis de la tarde era la hora de las almas en pena, ayer las “Matadorcitas” rompieron otro credo. Su presencia iluminó todo. Recibieron ramos de rosas de la categoría infantil y subieron al bus.

    El recorrido fue para grabarlo. Para que jamás salga de sus mentes. En cada esquina había un hogar que las saludaba. Ellas reían, enviaban saludos, cantaban, lloraban por el éxtasis de volver a su tierra.

    Así cerraron un seis de agosto distinto. Hermoso para nosotros y, seguramente, para el de ellas. Todos juntos. ¡Bienvenidas! Hoy vuelvan a ser las hijas de siempre, y mañana sueñen con repetir lo vivido. •

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