¡Vamos por la parrilla!

horas después del épico triunfo contra Ecuador en Quito, Ricardo Gareca, con las probabilidades rebasando sus emociones, imaginó que el partido con ribetes de final ante Argentina se jugaría desde ya en las redes sociales, en los debates televisivos, en ambos frentes, entre “opinólogos” racionales y ciertos azuzadores de la chacota y la bendita polémica.

Entonces, el seleccionador planteó a su entorno la necesidad de trabajar con los jugadores del torneo casero con al menos diez días de antelación al choque del 5 de octubre en el mismísimo Buenos Aires. Sí, allá, donde las papas queman y la carne se flamea en el asador.

El “Tigre” presiente un ambiente de extrema presión que podría desestabilizar al plantel a puertas del combo final de las Eliminatorias. Eximirlo de situaciones desconcertantes parece lo más inteligente, lo más oportuno. Obviamente que tampoco pretende dejar a la selección a merced del lobo, como Caperucita. Porque en Buenos Aires tiran bombas por todos lados.

Los nuestros trabajarían desde el 25 de setiembre -habrá un pedido especial a los clubes- en el centro de entrenamientos “Los Cardales” o en la Villa Olímpica de Vélez Sarsfield, club que cobijó a Gareca como entrenador del 2009 al 2013. Es más, los convocados del extranjero viajarían directamente a Buenos Aires a fin de sumarse a los entrenamientos, lejos de los dimes y diretes. •