¡QUÉ COPA!

Por donde se le mire, este Mundial ha sido atípico. Se ha jugado en un continente como el africano donde hasta hace muy poco era impensada una organización de Copa del Mundo.

Además, este certamen tuvo que lidiar –y lidia hasta ahora– con serios problemas de organización que han sido disimulados por la resignación de los visitantes (periodistas y turistas) y la buena voluntad que le puso la gente local para evitar el fracaso de la justa.

En cuanto a los equipos, Sudáfrica 2010 ha visto la caída, cual castillo de naipes, de selecciones que eran llamadas a ser las animadoras hasta el final. Primero Francia, luego Italia, posteriormente Inglaterra y recientemente Portugal, Brasil y Argentina. Seis equipos que en algunos casos desilusionaron de arranque y otros que ilusionaron por gusto.

De las figuras se puede decir casi lo mismo. No aparecieron del todo Messi, Kaká, Robinho, Rooney o Cristiano Ronaldo, y la justa tuvo como estrellas a un grupo de apellidos menos ilustres como Suárez, Villa, Müller y Kuyt. Sin duda, ese fue un golpe muy duro a los llamados favoritos y una confirmación de que en el fútbol nunca está dicha la última palabra.