Grítalo, papacito

Llegó a tocar fondo el año pasado y conmovió a muchos por la difícil situación que padecía. Y aunque Cienciano sigue inmerso en esos problemas económicos que lo tienen con la soga al cuello, algo cambió, algo se ha transformado en ese equipo que no podía ganar nada y que casi pierde la categoría.La autoconfianza adquirida por el Cienciano, pese a todas las complicaciones que aún arrastra, dio sus frutos en la goleada cosechada frente a Melgar (4-0). Para muchos inesperada, pero que seguramente en la mente de los once guerreros rojos, era un resultado que estaba dentro de sus planes.Gris ArequipaDomingo, temprano por la mañana, el cielo gris de la Ciudad Blanca parecía avizorar aquel resultado que ningún arequipeño que acudió al Monumental esperaba. Acudiendo en masa, a la espera de un resultado grato para el Melgar, los hinchas se tuvieron que ir defraudados y furiosos, arrojando botellas sobre los jugadores al final de partido.La gloria se la llevó Cienciano, un equipo que comenzó dubitativo en el primer tiempo en el que los arequipeños fácilmente pudieron estar encima del marcador si no fuera por el buen desempeño del colombiano Walter Noriega en el arco cusqueño. Los pupilos de Trobbiani fueron creciendo poco a poco, bajo el manejo de un genial Julio García y un incisivo Juan Carlos Mariño, el héroe de la jornada.Para el segundo tiempo, el cielo se le vino encima a Claudio Techera cuando no supo cómo hacer reaccionar a su equipo ante la crecida de los rojos. Así, en una confusa jugada, Guillermo Díaz mandaría el balón al fondo de su propio arco, presionado por el inacabable “Checho” Ibarra.“Burrito” ShowAsí, ante un inoperativo Melgar, una figura emergió entre la penumbra; Juan Carlos Mariño recordó lo genial que puede ser y anotó de un sombrerito ante la reacción tardía de Carvallo, poniendo el segundo para la algarabía cusqueña.El “Burrito” tendría tiempo para uno más y, con el gol de Masías, sellaría un triunfo histórico en Arequipa, un resultado que se puede tomar como una chispa para encender su viejo fuego interior.