Lo que tu viejo no te contó: La humildad que Ronaldo nunca perdió

La historia de Ronaldo no difiere mucho de la de otras grandes estrellas que ha dado el fútbol brasileño. Sin embargo, es para aplaudir su esfuerzo de salir adelante y de la miseria para ser un gran crack, hasta el punto de ser considerado sucesor de Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona, por sus cualidades.

De familia humilde, su madre divorciada, trabajaba catorce horas al día en pizzerías o supermercados para sacar adelante a sus tres hijos, sin embargo, el “Dientón” dio sus primeros golpes a una pelota en las calles de su barrio, Bento Ribeiro, uno de los más pobres de Río de Janeiro.

Con 14 años, Ronaldo estuvo a punto de jugar en el Flamengo, pero no tenía el dinero para costearse los pasajes para llegar al club. Jugó en el Sao Cristovao, que dos años después lo trasladó al Cruzeiro, recomendado por Jairzinho. 

Debutó a los 17 años con la selección de Brasil. En esa misma edad firmó por el PSV Eindhoven holandés. Completó una primera temporada con 30 goles en 33 partidos. En su segundo año 12 goles en igual número de cotejos y fue elegido por la FIFA el mejor jugador del mundo.

En el verano de 1996, el Barcelona lo contrató por 8 años y pagó 20 millones de dólares al PSV, siendo el traspaso más caro del mercado. En su primer año, en la Liga marcó 34 goles que le valieron para conseguir el trofeo Pichichi. El “Barza” estableció en 77 millones de dólares su cláusula de libertad. El 20 de enero de 1997 fue consagrado como el mejor futbolista del mundo por la FIFA y ese mismo año recogió el “Balón de Oro” que entregó la revista France Football.

En el verano de 1997, Ronaldo dejó el “Barza” y ficha por el Inter de Milán, que luego lo vende al Real Madrid, siendo uno de los “Galácticos”. Ronaldo defendió su selección y fue campeón del Mundo en 1994 y 2002. El “Gordo” hizo historia por su ímpetu en el fútbol. Se lo mereció.