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La vez que Alianza botó a Jaime Duarte

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Jaime Duarte Huerta es un nombre que quedó marcado en el tiempo cuando de laterales derechos se habla. Dejó huella en Alianza Lima donde consiguió tres títulos (1975, 1977 y 1978); incluso, en 1978 anotó el gol del triunfo sobre Atlético Chalaco, que le permitió ganar el campeonato aquella temporada. A pesar de eso, el “Chiquillo” recibió un fuerte golpe cuando la directiva, presidida por Agustín Merino, puso fin a su permanencia en el club, sin darle explicación, tras haber tenido una década notable.

En una carroza de la funeraria de propiedad del mismo presidente grone, le dejaron en casa la carta que le agradecían por sus servicios. Su salida causó un sismo en el fútbol peruano y en la familia blanquiazul.

La versión de los dirigentes era que ganaba mucho y el club no estaba en condiciones de pagarle. Pero en realidad fue que los más jóvenes hicieron su “argolla” y le pidieron a Merino que lo botara porque no tenía afinidad con el grupo. Todo porque ponía disciplina y eso causaba molestia en el plantel.

Enterado de su salida, Roberto Chale, técnico del San Agustín, pidió al padre Cesáreo Fernández, presidente del club, la contratación del “Chiquillo”. El sacerdote buscó a Duarte en su domicilio. Jaime escuchó el ofrecimiento y se fue a entrenar al AELU para ponerse en forma.

El no tenía interés de jugar en San Agustín porque se trataba de un club recién ascendido. Por eso solicitó una fuerte suma con la intención que el cura no lo contratara. La sorpresa fue grande para Jaime, pues el padre llegó con el cheque y la cantidad que le había pedido. El “Chiquillo” tuvo que aceptar. En San Agustín no solo fue figura, sino que también se cobró su revancha ganando a Alianza en la final y logrando un título histórico. Los años han pasado y hasta hoy Duarte se arrepiente de haber tenido esa soberbia con el club que le brindó una oportunidad.

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