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Carne de León

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Marco Cabrera

 

Ponerse la camiseta morada y asistir a la procesión en la previa solo sirvió para cumplir con la tradición. El Señor de los Milagros no tiene la obligación de levantar a un equipo que parece estar condenado a sufrir por sus propios pecados.

Quizá si jugaran con más ganas y con una identidad definida que debe venir desde el banco, ya no sería necesario encomendarse.

El clásico amistoso ganado la semana pasada cambió el chip y subió el ego de los victorianos, pero solo por unos días. 

León de Huánuco sacó las garras y con dos pepazas de Sergio Almirón le dio vuelta al partido en el mismísimo Matute, una caldera que ayer ardió de cólera. 

Y es que Alianza había arrancado bien con un gol de penal del uruguayo Walter Ibáñez a los 14’ minutos del primer tiempo. Los potrillos estaban haciendo su fútbol: tocaban, corrían, alegraban a la tribuna. Sin embargo, eso no fue suficiente. 

El entrenador debió meter la mano para equilibrar las cosas y Soto no se caracteriza por ser un estratega con sapiencia para aguantar resultados ante equipos mejor parados. 

Almirón ya había advertido que es de temer cuando Carrillo, de discreto arbitraje, le anuló un gol legítimo. Sin embargo, los goleadores son así, saben que en cualquier momento le llegará otra pelota, pero Soto ni cuenta se dio y lo dejó que se pasee con su defensa.

A los 52’, el “Almirante” se anticipó y con un toque sutil venció a Forsyth tras un centro de Quina desde la izquierda. 

Lo mejor de la tarde llegó a los 54’: Almirón la paró de pecho en del área, hizo la finta que metería un bombazo y se la sombreó a Villamarín y Cánova para luego tocársela por abajo a “Ken”. ¡Un golazo! 

Así, León se comió a Alianza (2-1) y rompió su mala racha de ocho partidos sin celebrar, mientras que los grones sumaron seis lamentos consecutivos. Matute y su pueblo sufren.

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