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Pagaron “Pato”

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Hugo Rodríguez. Trujillo.

Había que recitarle a la resurrección. Había que regar un poema retando a Dios. Había que escribir con el alma del mismísimo “Diablo” para condenar al “Santo”. Para cargarlo hasta el purgatorio.

La Universidad César Vallejo apeló a todo, a su oportunidad “divina” y derrotó 1-0 a una Universidad San Martín que aún no puede sacarse los clavos de Cristo. A un cuadro que deambula con la cabeza enterrada en el precipicio.

Y es a los 20 minutos que Ronald Quinteros cantó, con la “Ciudad de la Eterna Primavera” en la espalda, el único tanto del cotejo. Víctor Rivera se quedó más “chino” que nunca y despedazó la garganta. ¡Goool...!

Los minutos corrían, y desde el otro banco Aníbal Ruiz miraba al cielo para encontrar alguna respuesta. Se metía las manos a los bolsillos, daba pasos cortos y las arrugas desnudaban su presente: un punto en el campeonato. ¡Un maldito punto!

La etapa complementaria iría con jugadas mínimas de peligro para ambos pórticos. Salomón Libman y Ricardo Farro arrastraban la piel de rato en rato. Pero nada más. El resultado se quedaría congelado. Los trujillanos se quedaban con tres puntos de oro.

Bajo ese episodio se cerró el compromiso. Con un cuadro “Poeta” que volvió a colocar su escudo en la prosa más hermosa, y un conjunto “albo” que no encuentra plegarias que lo salven. Trujillo no fue un Edén. Sirvió de vida para uno, y de muerte para otro.

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