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Con la sangre en la cara

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Cuando los puños, los codos y las salivas toman protagonismo, la única forma de ganar un clásico es de un puntazo. Y el de Wilmer Aguirre ayer fue suficiente para iniciar este 2014 con el corazón más azul que nunca.

Los “compadres” intercambiaron papeles. La “U”, en la primera etapa, intentó trasladar el esférico con paredes, al ras del terreno de juego. “Canchita” se juntaba con la “Pulga” y de rato en rato le movían un cabello con gel a “Ken”, quien ayer mató bajo los tres palos. Rainer se tiraba de muelas y recuperaba todo en segundos.

Moreira en el fondo dejaba en claro que tanto resaltador en el cartel no fue en vano. El brasileño se olvidó de los estigmas de modelo, y atrás, por momentos, le raspó las orejas a Guevgeozián.

En la otra vereda quedó más claro que nunca el molde charrúa: todos se contagiaron de la columna vertebral, de los cuatro orientales. Si no, pregúntenle a “Toñito”, quien hasta ahorita tiene en el cuello un tatuaje del “Colo”.

Los muchachos del “Topo” pegaron como en los tiempos de esclavitud, con los toperoles en la espalda, con el afán de no darle el gusto al campeón. Claro, pero todo producto del temperamento. Con la sangre de “Chaveta” en los cuerpos de todos se fueron al entretiempo.

La etapa complementaria sufrió una metamorfosis con el ingreso de Cedrón para los blanquiazules. El “10” le dio equilibrio y manejo de balón a los íntimos. A tal punto que a los 65’ le envió un centro preciso al “Zorrito”, este rompió las redes.

La “U” se ha marchado con dudas para la Libertadores, y Alianza con una sensación que solo el pueblo entiende.

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