A 30 minutos del inicio de las acciones en el campo de juego el estadio Luzhnikí -que después de 15 años volvía a ser escenario de una final de la Copa de Rusia, estaba ya lleno en un 80 por ciento y a 10 minutos se completó de bote a bote. El estruendoso coro que hacían llegar las barras, unido al show musical previo al encuentro, nos hablaba claramente que los organizadores habían llevado a cabo un trabajo que garantizaba el éxito de la tarde futbolera moscovita. El cielo lucía límpido celeste. ¡Indudablemente, el tiempo también vaticinaba una tarde futbolística para recordar! (Escribe: Por Lorenzo de Chosica)
A pesar de que ambos equipos habían jugado sus últimos encuentros de la Premier Liga de Rusia de forma bastante regular, sus hinchas abrigaban la esperanza de que la final de la Copa sería una historia especial, frenéticamente jugada y con intriga hasta el último segundo. Y, en verdad, sus expectativas fueron justificadas, en parte. Llamó la atención el cambio de esquema que presentó el técnico del FC Dinamo: 3-5-2, con Parshivlyuk como defensa central derecha, pero también lo hizo rotar hacia el bloque central.
Casi no hubo presión alta, excepto en situaciones convenientes con un manejo deficiente del balón o pases inversos. Además, el que fuera alguna vez importante mediocampista defensivo "interior" Moro permaneció en la reserva. Su posición en el triángulo central fue ocupada por Fomín. Zakharyan y Shimansky se ubicaron más adelante de él. Varela y Skopintsev como laterales, Smolov y Tyukavin formaban la pareja de delanteros. Esto poco ayudó a sus pupilos, pues ya, en los primeros 15 minutos, demostraban un juego parecido frente a Sochi. Simplemente no se les veía a los blanquiazules en el campo de juego. Los contrataques del Spartak de tiempo en tiempo traían peligro en la defensa contraria. En el minuto 10 Ignátov, uno de los mejores del encuentro, filtró un pase entre los defensas del Dinamo y el joven bombardero Sóbolev anotó el primero para Spartak., con un disparo junto al parante defendido por Ígor Lishuk. Los ataques de los pupilos de Paolo Vagnoli se hicieron más frecuentes, destacando el impetuoso Ignátov.
En el minuto 42 Dinamo organizó un ataque por la banda izquierda, Smólov la sirvió en el area grande a Zhimansky, este la puso al cabezaso de Tiukavin, pero el portero Maksimenko atrapó el balón.
Luego del descanso, Dinamo se fue decidido al empate intensificando los tiros al arco desde larga distancia, mientras Spartak al inicio de la segunda mitad demostró el peor tramo del de su juego, jugando pasivamente en todas los espacios: no presionaban detrás y perdían rápidamente el balón bajo cualquier presión. Primero, hubo dos saques-puerta seguidos extremadamente fallidos, que provocaron ataques peligrosos del Dinamo, luego dos jugadas a balón parado de los de Shwarts, un tiro tiro libre y un tiro de esquina.
Los esfuerzos de los atacantes dinámicos fueron bien premiados en el minuto 10 del segundo tiempo, por intermedio de Zajarián. El empate parcial levantó los ánimos tanto en el campo defútbol como en las graderías, el juego se niveló. Dynamo atacaba activamente, pero sin crear oportunidades obvias. Y a veces se encontró con contrataques rápidos de los rojiblancos, un cabezazo de Promes a quemarropa dio justo en las manos del portero. En ese episodio, los defensores centrales del Dinamo fallaron una vez más: Evgeniev rechazó mal el balón, y Parshivlyuk comenzó a moverse hacia el centro demasiado pronto, dejando libre al atlético Promes, quien muy fácilmente decretó el segundo para Spartak.
En verdad, El segundo gol del Spartak ocurrió después de un prometedor ataque del Dynamo, en la fase final del cual Martins le robó el balón Shimansky caído de espaldas en el área, al ser empujado por Martins, que el árbitro, no sabemos porqué razones ignoró. La pelota la recibió Sóboliev, quien la filtró a Promes. Este entró raudamente al área grande, eludió a Leshuk y anotó el segundo de Spartak. Nada pudieron hacer contra la zaeta holandesa ni Balbuena, ni Evgeniev ni Parshivlyuk.
Con el marcador en contra 1 a 2, el cuerpo técnico del Dynamo comenzó a cambiar el esquema de juego, al 4-4-2 con Tyukavin y Grulev, como puntas. Además, urgía enviar a Balbuena y Evgeniev al ataque, y la entrada de Moro a la posición de defensor central. Estos cambios hicieron efecto: precisamente Balbuena y Evgeniev organizaron el penalti en los últimos segundos, que el penalista Fomín lo erró y así el FC Spartak Moscú ganó la Copa de Rusia por cuarta vez.