Selección Peruana y el día que goleó a Brasil en Belo Horizonte

Más allá de lo que se diga sobre ese Brasil, conformado básicamente por jugadores de Minas Gerais, lo de Perú fue una hazaña, una gesta heroica con pocas chances de poder repetirse.

Fue la noche del 30 de setiembre de 1975. La blanquirroja había dejado atrás a Chile y Bolivia en la primera fase de la Copa América y tenía que verse la cara con la Los verdeamarelhos. Nada menos.

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En aquel Brasil estaban Raúl Plassmann (Cruzeiro), Nelinho (Cruzeiro), Miguel (Vasco da Gama), Piazza (Cruzeiro), Getúlio (Atlético Mineiro), Vanderlei Paiva (Atlético Mineiro), Geraldo (Flamengo), Roberto Batata (Cruzeiro), Palhinha (Cruzeiro), Roberto Dinamita (Vasco da Gama) y Romeo (Atlético Mineiro).

En el cuadro peruano, el técnico Calderón apeló al concurso del experimentado delantero Enrique Casaretto, quien no había tenido la ocasión de debutar en el torneo. Y no pudo tener una mejor decisión.

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Y es que Casaretto se convirtió en la figura del partido al anotar dos golazos que sirvieron para vencer a Brasil en Belho Horizonte por 3-1. Fue el partido de su clásico “saltito”.

Lo de Perú fue maravilloso, pues Brasil jamás fue capaz de neutralizar el gran juego peruano que también tuvo las genialidades del “Nene” Cubillas (autor de un golazo de tiro libre) y el despliegue del “Flaco” Quesada.

Pocas veces se le puede ganar a Brasil en su cancha, y casi nunca jugando como esa noche.

LA ANÉCDOTA

Perú ya le había ganado al Scratch y el “Loco” Casaretto, en el hall del hotel en Brasil, observaba como, a unos metros de donde él estaba, decenas de periodistas entrevistaban a un hombre desdentado, mal vestido, desgarbado y poco aseado. 

Un día después, cuando se disponía a regresar a Lima, vio la foto del mismo tipo en una revista y ahí decía: “El brasileño que ganó un millón de dólares al apostar que Perú ganaba a Brasil 3-1”. 

El “Loco” se quería morir. Gracias a sus goles ese brasileño se había vuelto millonario y a él apenas le FPF le había dado 20 dólares de viáticos. “Qué injusta es la vida”, dijo el “Loco”.