El último antecedente de un superclásico argentino en Copa Libertadores es una de las páginas más vergonzosas del fútbol sudamericano. Sucedió hace más de tres años en La Bombonera, escenario donde mañana se disputará la primera final.
El jueves 14 de mayo del 2015, era la vuelta de los octavos de final en la cancha de Boca Juniors. La ida había quedado 1-0 a favor de River Plate con gol de penal de Carlos Sánchez. Los primeros 45 minutos de la revancha culminaron 0-0.
Cuando los futbolistas del cuadro “millonario” salían por el túnel luego del entretiempo, los hinchas de la tribuna popular lanzaron gas pimienta. Los afectados sufrieron irritaciones en los ojos y quemaduras leves.
Tras casi 138 minutos de negociaciones, el árbitro Darío Hererra decidió que el partido se suspendiera. Dos días después, la Conmebol eliminó a Boca del torneo y así River avanzó de ronda automáticamente.
Además, al cuadro “bostero” lo sancionaron con tres partidos en casa a puertas cerradas por torneos internacionales (posteriormente se redujo a uno) y un partido de visita sin llevar aficionados.
En aquella edición del campeonato continental, el cuadro de la “banda” terminó siendo campeón, con Marcelo Gallardo como entrenador.