Las finales casi siempre tienen un héroe, uno al que muchas veces solo le basta anotar el único gol del partido para inscribir su nombre en la selecta historia del fútbol. Ese caso fue el de Frank Rijkaard, el volante y posteriormente técnico holandés, que en su momento fuera apodado el 'todoterreno' por su versatilidad dentro del campo.
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Precisamente el polifuncional mediocentro se convirtió en la estrella del AC Milan en la gran final de la Champions League 1989-1990 -en ese entonces todavía llamada la Copa de Europa- cuando con un agónico gol a los 68' de juego le dio una nueva 'Orejona' al club 'rossonero' en la capital de Austria, Viena, frente a un Benfica que parecía maldito ya que por quinta vez en su historia perdía una final.
Dicho trofeo no sería uno más en las vitrinas del elenco milanista, sino que significaría la cuarta de su historia y la segunda de forma consecutiva, una proeza que solo sería alcanzada por Real Madrid ya en este nuevo siglo.
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Eran otros tiempos y por aquel entonces el Milan de Franco Baressi, Paolo Maldini, Ruud Gullit y Marco Van Basten, metía miedo en Europa, una época dorada para el club italiano que se extendería a lo largo de la década de los 90'.
