Pese a que Uruguay se encuentra entre los países más felices y estables, esconde un dato que flagela a su sociedad con insistencia desde hace un par de años.
Únete a nuestro canal de WhatsAppLa actual década inició con una pandemia del coronavirus que se llevó la vida de millones y dejó muchas personas encerradas en sus casas durante largos e interminables meses. Sin embargo, contrario a lo que podría pensarse, lo cierto es que esto no tuvo repercusión en el grado de felicidad de los países alrededor del mundo.
Esto se vio reflejado cuando se publicó el ranking de los países más felices del mundo donde, una vez más, Finlandia se llevó el premio mayor, pero también figuran estados latinoamericanos dentro de los 137 lugares que fueron tomados en consideración para este conteo.
En lo que concierne a Sudamérica y ocupando el puesto 28 encontramos a Uruguay como el país más ‘feliz’ de la región.
Podrás preguntarte cómo se mide la felicidad en nuestra región y una pregunta es clave: “en general ¿Cuál es su nivel de satisfacción con su vida en estos momentos?” mostrando una escala que va del 0 al 10.
Sin duda alguna, que el país charrúa figura en posiciones tan altas en el mencionado ranking son un reflejo de una sociedad cohesionada, ordenada, con un nivel de vida estable y carente de crisis políticas que generan inestabilidad.
Sin embargo, esta ‘felicidad’ contrasta mucho con un dato poco conocido sobre esta nación: su elevada tasa de suicidios. El diario El País afirma que, solo en 2022, 823 uruguayos se quitaron la vida, algo de dos personas por día, es decir, una tasa de 23 muertes por esta causa por cada 100 mil habitantes, más del doble del promedio de la región, estadística que los coloca solo por debajo de países como Guyana y Surinam.
De acuerdo con la información dada por el Ministerio de Salud uruguayo en 2023, 8 de cada 10 personas fallecidas por suicidio son varones, donde las edades más comunes están entre 25 a los 29 años.
Asimismo, entre octubre de 2022 y junio de 2023, los servicios de salud atendieron a 2 mil 896 personas que intentaron acabar con su existencia; de estas, el 50 por ciento tenía menos de 29 años, de las cuales el 71 por ciento eran mujeres.
El estado ha lanzado diversas iniciativas para contrarrestar esto, pero las cifras no disminuyen. Especialistas como Pablo Hein, investigador de la Universidad de la República, afirma que esto podría deberse al debilitamiento de instituciones como “el club deportivo, el sindicato o la agrupación política”, ya que estos promovían la cohesión comunitaria, algo que las nuevas generaciones están perdiendo por un marcado desarraigo social.