México había organizado el Mundial de 1970, en aquella ocasión los charros no pudieron aprovechar su condición de local y llegaron solo hasta los cuartos de final del torneo.
Sin embargo, la historia quiso darle un ‘premio consuelo’ a los mexicanos y fue así que tras quitárselo a los colombianos, la FIFA decidió otorgarle nuevamente a México la organización del Mundial. Un Mundial que tampoco fue para los mexicanos, pero eso al final quedaría en el olvido, incluso para los mismos mexicanos, o al menos la gran mayoría de ellos.
Como en todo Mundial, la expectativa previa se genera en función a las estrella que llegan a participar del máximo evento futbolístico del planeta, México 86 no sería la excepción.
Michel Platini por Francia, Zico por Brasil, Emilio Butrageño por España, Michael Laudrup por Dinamarca, Hugo Sanchez por México y Karl-Heinz Rummenigge por Alemania, fueron algunos de los nombres que prometían hacer del torneo, uno de los mejores –si no el mejor- de la historia. La selección argentina llegaba con muchos cambios en comparación a su participación el Mundial anterior. Diego Maradona, que por aquel entonces comenzaba a destacar en el Napoli de Italia, llegaba como solo una esperanza, para muchos, Maradona no podía estar a la altura de los jugadores antes mencionados.
La primera fase no tuvo mayores sorpresas, las grandes selecciones cumplieron. Argentina dejó de lado las dudas y avanzó sin contra tiempos a cuartos de final del torneo. En dicha instancia, realmente se pondría a prueba al equipo de Maradona.
Los cuartos de final tenían preparada una historia con doble morbo e interés: el deportivo y el bélico. Ya que como se recuerda ambos países llegaban precedidos de un conflicto armado por las islas Malvinas.
El Estadio Azteca sería testigo de un recuerdo imborrable. Los ojos del mundo nunca más olvidarían a Maradona. El menudo y hábil futbolista se vistió de Dios para anotar un primer gol con la mano y sobre todo por protagonizar la mejor jugada de la historia del fútbol. Un arranque a toda velocidad de más de 50 metros partiendo en su propio campo que le permitió sortear a medio equipo inglés y anotar dejando en el suelo al arquero alemán para anotar el mejor gol del torneo y probablemente de todos los mundiales. Un gol que además sirvió para meter a los albicelestes en semifinales.
En la semifinal, Maradona estuvo a la altura de las exigencias y con dos goles puso a su selección en la final. Argentina debía enfrentar a Alemania (occidental) que tenía, además de Rummenigge, a Matthäus, Brehme y Schumacher.
Al final un 3-2 a favor de los albicelestes sobre los alemanes, que dejó no solo un nuevo campeón para la historia de los mundiales, sino también el inicio de una historia particular y exitosa: la de ‘Diego Maradona y 10 más’, título que el zurdo ídolo mantiene hasta la actualidad. Título con el que cada cuando se le recuerda, sobre todo si de hablar de la selección argentina se trata.