Ricardo Caldas lleva su proyecto de éxito al sur: de Trujillo a Moquegua, una apuesta por el futuro del fútbol peruano.
En el fútbol peruano, pocos nombres tienen tanta incidencia silenciosa como Ricardo Caldas Morales. Con una trayectoria que mezcla experiencia como exfutbolista y gestor deportivo, Caldas deja el Club Deportivo Universidad César Vallejo (UCV) tras seis años de trabajo exitoso en menores para asumir la presidencia del Club Deportivo Moquegua, apostando por un nuevo modelo descentralizado de formación deportiva.
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De la UCV a Moquegua: un modelo de éxito que se expande Durante su paso por la UCV, Caldas consolidó uno de los proyectos más sólidos del fútbol base nacional. Inició en 2019 cuando el club apenas figuraba en el Torneo de Menores de la FPF, y lo posicionó entre los cinco mejores del país. Logró promover más de diez jugadores al primer equipo, reducir la dependencia de préstamos de deportistas de otros clubes y estructurar las divisiones formativas en tres niveles: Escuela Base, Poetas Selectivo y Federación Oro.
Su gestión también impulsó la internacionalización del talento joven, con giras en México, Colombia y Argentina. Gracias a este enfoque, más de 15 jugadores fueron convocados a selecciones juveniles del Perú, marcando un precedente para otras instituciones. Asimismo, los canteranos Diether Vásquez y Anderson Villacorta fueron transferidos a clubes en el extranjero, consolidando así el alcance internacional del proyecto.
La visión de Caldas fue respaldada por una apuesta institucional del club trujillano, liderada por César Acuña y Richard Acuña, quienes promovieron inversión sostenida en menores. El trabajo técnico de los profesores Francisco y Luis Hernández fue también determinante en el desarrollo integral del talento.
Ahora, en el Club Deportivo Moquegua, Caldas busca replicar este modelo exitoso en una nueva región. Su objetivo es formar personas antes que futbolistas, apostando por la educación, los valores y una estructura sólida que permita el crecimiento a largo plazo del fútbol en el sur del país.
“El legado no son los trofeos, son las vidas transformadas. Me llevo historias, no títulos”, declaró. Su llegada a Moquegua representa una oportunidad para descentralizar el fútbol peruano y sentar bases más sólidas en zonas con gran potencial deportivo