Saltó y se inclinó al abismo en dos oportunidades, apretó el fusil aniquilando su propia suerte y retomó aquellas pesadillas que en la primera parte del campeonato lo habían flagelado más que su propio “alias”. Sí, de nuevo, Hernán Peirone se quedó con el casi, cuando Alianza Lima más lo necesitaba y se aguantó el grito de gol, como el canto de un animal.
Corría el minuto 30 de la primera etapa y Alexander Sánchez envió a la zona roja un centro con veneno. El “Látigo” conectó de cabeza y ¡pum...! ¡¡¡palo!!! Era el primer tropiezo del atacante blanquiazul, mientras miraba el cielo con las manos tapándose la boca.
A los 39’, el lateral Luis Trujillo desbordaría por el sector izquierdo, haría un autopase y elevaría un centro a lo “Roberto Carlos”, Peirone la mira y se avienta como un tablista en posición horizontal. Llegó a conectarla y la pelota pasó susurrándole al palo. Ya iban dos y con eso acababa la agonía del primer tiempo.
Ya en la etapa complementaria, Peirone saltaría al gramado de juego con el objetivo de limpiar sus propios rencores con el gol. Minuto 58. Una individualidad de Roberto Ovelar como el alma de un “10”, se la sirve al ariete victoriano y este pateó como Cantinflas hasta enviarla lejos del arco de Vegas. Miguel Ángel Arrué estiró los tres dedos (caray, una, dos y tres) contando las ocasiones arruinadas y lo sacó por Bazán.