Harvard se tambalea mientras intenta impugnar este fallo. De no lograrlo, cerca de 6.800 estudiantes extranjeros se quedarán sin educación.
Harvard, la universidad más antigua y prestigiosa de Estados Unidos, tiene hasta el domingo 25 de mayo para entregar la documentación necesaria que permita restaurar su autorización para admitir estudiantes extranjeros, luego de recibir un ultimátum por parte de la administración de Donald Trump.
De no cumplir con esta exigencia, la entidad universitaria quedará prohibida de recibir a estos alumnos internacionales, quienes actualmente son cerca de 6.800 estudiantes, representando más de una cuarta parte del alumnado total. Además, la medida podría dañar significativamente la reputación internacional de la institución. En esta nota te comentamos todos los detalles relacionados con la fuerte normativa.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, Donald Trump optó por aplicar la medida más severa dentro de sus acciones contra Harvard al percatarse de que la universidad había construido un ambiente inseguro al permitir que agitadores extranjeros, que atacaron a personas judías, formen parte del campus.
En base en lo informado por el medio de comunicación El Universal, se especula que Harvard fomenta el antisemitismo. No obstante, no hay pruebas de las acusaciones. Por lo tanto, críticos aseguran que, al impedir la llegada de alumnos internacionales, que constituyen una parte importante de la comunidad estudiantil, el presidente intenta minar la influencia y el prestigio global de la universidad.
Según el medio de comunicación Le Monde, la orden provocó una gran conmoción y preocupación en el campus de Harvard, ubicado en Cambridge, Massachusetts. Estudiantes extranjeros, profesores y otros miembros de la comunidad universitaria viven momentos de miedo e incertidumbre.
Algunos estudiantes, contactados por Le Monde, expresaron su temor de perder su estatus legal en el país y hasta de ser enviados a centros de detención, como ha ocurrido con otros arrestados. Vincent Pons, profesor en la Escuela de Negocios de Harvard, donde aproximadamente un tercio de los estudiantes de MBA son extranjeros, calificó la medida como un ataque dirigido a lo que se ve como un contrapeso al poder.
Denunció que, gracias a la normativa, la libertad de enseñar y aprender está en riesgo, y mostró indignación por el uso de la excusa para imponer restricciones que afectan a toda la comunidad educativa.