En la Videna todo volvió a la normalidad luego del Mundial Rusia 2018. El trabajo sigue firme, pero en estos últimos días en los televisores de las oficinas ya no se miran los canales deportivos.
Los monitores de San Luis están subiendo el rating de los espacios políticos y noticieros. El ambiente es de mucha preocupación por la situación del presidente Edwin Oviedo, quien ha sido involucrado en audios para, supuestamente, obtener beneficios en sus procesos judiciales.
Las denuncias extradeportivas que enfrenta el máximo directivo de la FPF, sean ciertas o no, han provocado inestabilidad. Y esa sensación de fastidio ha llegado a Ricardo Gareca, quien ahora ve al Perú como una “bomba de tiempo”. Hoy se cumplen dieciséis días desde que el “Tigre” inició el periodo de meditación. Aquel 3 de julio, en la conferencia de prensa que sonó a despedida, el DT sugirió “cambios más profundos en el fútbol peruano” en clara alusión a la imagen que deben transmitir los directivos y a la formalización de los clubes.
En Sochi, por ejemplo, un alto dirigente de la FPF, literalmente se paseó por el lobby del hotel Radisson Blu vistiendo short de la selección y bividí. El hombre debió lucir elegante de acuerdo a la ocasión y a su investidura, pero prefirió ir a bañarse al Mar Negro. Asimismo, en la interna de la selección están molestos porque en pleno Mundial, le pidieron a Gareca que brinde charlas motivacionales a los jefes de las Departamantales.
Sin duda, Gareca tiene mucho que pensar y varios motivos para no renovar.
Ricardo Gareca espera que Argentina le haga una oferta, pero allá es la última opción.