Todavía le cuesta llegar a las pelotas divididas con la seguridad de sus momentos cumbres, pero Juan Manuel Vargas considera que -por ahora- con el cuerpo y a veces a punta de manazos será suficiente para imponerse.
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Ayer hizo poco, bueno, se arregló mil veces sus cabellos decolorados, pero de ahí, casi nada, fue rebasado casi por su sombra. Pero a la hora de pelear se apuntó sin invitación.
En una corrida intrascendente con el carrilero Jhoel Herrera, otro problemático con galardones, colisionaron como dos trenes. El “Loco” lo esperó quieto y el cusqueño lo buscó con ganas de “pararlo de cabeza”. Los brazos impactaron. Las miradas eran balas. Las lisuras fueron como dardos envenenados. “¡Cuándo fuiste, eh, cuándo fuiste!”, le gritó el “Loco”.
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Herrera no respondió. Para qué. Vargas continuó jugando, bueno, caminando con el bastón de la intrascendencia. •
Vargas terminó jugando como único hombre de contención.