Con un pucho sobre los dedos y mirando fijamente el trote atildado de sus pupilos, Miguel Ángel Arrué retomó los entrenamientos pensando en la estrategia idónea para superar el gran obstáculo que significará un Cienciano herido y en su feudo.
Arrué, flanqueado por los médicos del club, era pura vista, hasta que decidió entrar en contacto con los más chicos del plantel, quienes provistos de un motor con poco kilometraje deben ser el desnivel en la altura del Cusco.
El técnico chileno llamó a Jairzinho Gonzales, el media punta de 21 años, y podría ser que le permita debutar, seguro del talento que le fue heredado del padre, Carlos “Mágico” Gonzales, al que tuvo la oportunidad de dirigir.
Enseguida, el mapochino se reunió con algunos dirigentes, mientras se organizaba el fútbol reducido en el que “Zlatan” Fernández siguió ganando minutos y demostrando que quiere jugar ya, mientras el resto proseguía con el ritmo que nunca se debe perder.