Alianza Lima | Ayer — 5 de noviembre— se cumplieron 22 años del título logrado por los 'blanquiazules' bajo la dirección técnica del colombiano Jorge Luis Pinto, una consagración que puso fin a 18 años de sequía de conquistas en tienda victoriana.
Del título de 1997 se han contado varias historias. Muchas de ellas están relacionadas con la relación, por momentos tensa, que tuvo Jorge Luis Pinto con la mayor parte de jugadores, sobre todo con Waldir Sáenz y Juan Jayo.
En el caso del goleador histórico, las leyendas hablan de la constante persecución que tuvo que soportar por parte del técnico colombiano quien incluso visitaba constantemente su domicilio de madrugada para estar seguro que descansaba y no juergueaba.
Y en cuanto a Jayo, la historia habla de varios desencuentros entre el “Pulpo”, líder natural e indiscutible de aquel plantel blanquiazul, y Pinto quien buscaba moldear a un volante que con el tiempo terminó de reconocer al santanderano como uno de los mejores estrategas de su carrera.
Sin embargo, la magia de los años ha permitido rescatar una anécdota que para algunos podría ser increíble pero que fue determinante en la conquista del campeonato nacional de 1997 por parte de Alianza Lima. Un recuerdo que revela la única vez en la que Pinto pasó por alto una inconducta, hecho que fue determinante para dar la vuelta olímpica.
Luego de la espectacular victoria íntima frente a Sporting Cristal 3-2 en la fecha 10 del Clausura 1997, los de Matute no solo sacaron de carrera a los cerveceros, sino que también se pusieron a la cabeza del torneo, superando por un punto a Universitario de Deportes. Con la tranquilidad de estar arriba, el comando técnico empezó los preparativos para un viaje a Chile donde debían jugar un partido amistoso ante Universidad Católica.
Para el viaje a Santiago, Pinto decidió no incluir en la delegación a Marquinho, pieza vital en su escuadra. Lo mejor era que descanse y llegue en las mejores condiciones a los partidos que aún restaban del campeonato frente a Pesquero, Torino y Melgar. Sin embargo, una baja de último minuto, obligó a un cambio de planes y el técnico ordenó que de todas maneras viaje el volante brasileño.
Aquí se suscitó un serio problema. Luego de la victoria dominical frente a Cristal, y sabiendo que no iría a Chile, Marquinho decidió darse un merecido descanso y una merecida celebración que se prolongó hasta altas horas de la madrugada del lunes siguiente. Cuando se le comunicó de urgencia que debía alistarse y viajar a Santiago, su estado no era de los mejores. Con los rigores de una madrugada intensa y los efectos de una larga celebración, el brasileño se presentó en el aeropuerto Jorge Chávez.
Pinto vio al brasileño en mal estado y ordenó que no subiera al avión. Hubo un fuerte cruce de palabras. Presión de los directivos. Defensa de los jugadores referentes. Al final, Marquinho viajó a Chile, pero Pinto no lo tomó en cuenta ni entre los suplentes. Alianza cayó goleado 5-2 ante Católica en Santiago y el resultado adverso, sumado al tenso ambiente generado por la situación de Marquinho, trajo por los suelos el ánimo de un equipo que peleaba por ser campeón nacional.
Al volver a Lima, nadie daba su brazo a torcer. Pinto seguía molesto. Marquinho no se sentía culpable de nada: “me dijeron que no viajaría a Chile y decidí relajarme”, decía. Los jugadores y los dirigentes intentaban mediar, pero todos seguían con caras largas.
Es en este escenario crítico donde apareció la figura del presidente del club, Alberto Masías, quien habló personalmente con Pinto y Maquinho para pedirles una reunión cumbre con los directivos y con el plantel. A puertas cerradas, el técnico y el brasileño, delante de todos, se dijeron sus verdades. El colombiano aceptó pasar por alto lo ocurrido y el volante se disculpó.
Tras la reunión, el equipo recuperó el buen ánimo y afrontó con todo, los tres partidos que cerraron el torneo 1997. Lo que vino después es historia conocida. Alianza ganó lo que le restaba jugar y se consagró campeón de manera anticipada, cortando una racha adversa de 18 años sin título.
Jorge Luis Pinto de 66 años renunció como director técnico del Millonarios de Colombia por malos resultados. Recordemos que el estratega estuvo voceado como candidato para dirigir la Selección Peruana antes de la llegada de Gareca.