Tras el segundo gol sudafricano, el rostro del entrenador francés, Raymond Domenech, no cambió en absoluto; fue el mismo en cada encajada sudafricana. Y es que la decepción corría en su sangre, la eliminación en primera ronda, más que la derrota, significan una estrepitosa caída del fútbol francés a nivel mundial.
Quizá eso se reflejó al final del partido, cuando el técnico brasileño de Sudáfrica, Carlos Alberto Parreira, se acercó a saludarlo y Domenech evitó darle la mano.Francia se convirtió en reflejo de su huelga interna: un completo ridículo, desproporciones en defensa que generaron los goles de Khumalo (20’) y Mphela (37’) que revivían las esperanzas de los “Bafana, Bafana” de pasar a octavos.Sudáfrica llevaba el partido con más intensidad y convicción, ganar era uno de sus objetivos. Lo logró, pero no sirvió para clasificar. El gol de Malouda sólo fue un chispazo que se extinguió en la constante lluvia que era Francia, que se fue eliminada con un punto, su peor récord en un Mundial.