Por: Valentín Ahon (@vahodu)
Se fue Daniel Peredo. Ayer salió a jugar fútbol con sus amigos de los lunes y la muerte lo empezó a marcar en la cancha. Vino ese dolor de pecho que antecede la desgracia, lo llevaron a la clínica pero la boleta estaba hecha. No hubo suplementario, ni penales. El pitazo final se escuchó y Peredo inició el viaje que muchos haremos más adelante.
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No recordaré su faceta de periodista porque su recorrido profesional es plenamente conocido. Sus inicios en El Bocón, el paso por Global y la consolidación en el cable hablan por sí solos. Yo prefiero recordar al Daniel de la Guay de Pueblo Libre, al que vivía en la calle Yauli y que no faltaba, durante su juventud, a los partidos de Universitario de Deportes. Era parte de un grupo de muchachos que hacía de todo por ir al Lolo, al Nacional o a Matute si es que había clásico. Siempre recordando alineaciones, siempre leyendo El Gráfico. Así fue Daniel.
Buen zurdo y jugador de toque. En la Guay había categorías y él destacaba en su promoción. El cabezón jugaba y le encantaba estar informado. En aquellos días sin internet, sus álbumes y memoria eran infalibles. Perdimos la frecuencia hasta que un día nos encontramos en un estadio. Después del abrazo recuerdo, como si fuese ayer, que me preguntó por la mala jugada que le hicieron al equipo de la Guay en el torneo interno de la “U”. Daniel conocía que varios jugábamos ahí y que un árbitro hizo de las suyas. Al día siguiente, luego de conversar, publicó todo en la columna que escribía un personaje ficticio que se llamaba “Chauchilla”. Pedía justicia y todo lo puso en detalle. Logramos seguir en el torneo y ganarlo. Y él siempre me decía… “yo también soy campeón”. Se las sabía todas.
Alguna vez le dije que era mejor comentarista que narrador. Sabía ver fútbol en las transmisiones y en las pichangas. Junto a Vicente Cisneros hacían una dupla fabulosa porque, desde mi opinión, ambos saben leer las tácticas. No jugaban a ser técnicos como tantos otros; ellos lo hacían para que los televidentes tuvieran más herramientas de opinión, más elementos para comprender lo que había sucedido en la fecha.
Daniel, además de jugar los lunes con sus colegas, también lo hacía en Balón & Pluma, un club que ya tiene 23 años y donde asistimos periodistas de todas la edades junto a ex jugadores de trayectoria como Germán Leguía, el “Puma” Carranza y Julio César Uribe. Todos, actualmente, con diversas especialidades. Pero siempre con la licencia para hablar de fútbol. Daniel siempre dejó que todos participen con sus comentarios. Nunca quiso tener la última palabra, ni dar cátedra. Eso lo hacía cuando tenía una cámara al frente.
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No fuimos grandes amigos, pero siempre me trató con afecto y respeto. Recuerdo que me dijo: “¡por fin narraré un mundial con Perú en la cancha! Y estaba entusiasmado. Ojalá lo pueda hacer arriba, para la otra tribuna. Ahora, de repente, le está dando la mano a “Lolo”, conociendo a Villanueva, preguntándole cosas a Valeriano y volviendo a sonreír con el “Toto” Terry. Lamento la pérdida de un padre y de un hombre joven. Al periodista siempre lo van a reseñar. Y al hincha siempre recordar!