Soportó críticas desde que pisó Lima. Hasta en su presentación con Alianza, el interrogatorio se basó en su parentesco con Pablo Bengoechea por encima de su repertorio con el balón.
Sin embargo, Maximiliano Lemos no pisó el palito. Llevó la procesión por dentro y esperó acallar a sus detractores con su juego y goles, que nacieron a puertas cerradas en el empate a dos con Cristal en Matute.
Gol de tiro libre aprendido del manual de su suegro, el “Profesor”, un especialista con la pelota quieta. Pero aquella mañana de reanudación de 25 minutos hizo falta el desahogo con el hincha.
La revancha fue en Moyobamba. Reanimado tras su último gol, el charrúa se adueñó del balón e intentó repetir el plato a través de la pelota parada, que besó el travesaño y le quedó servida a su compatriota Gonzalo Godoy, el back disfrazado de “9”, que anotó de un zurdazo. Y premio al esfuerzo, Lemos alteró el yerro del “1” Ángel Zamudio tras su falsa salida en un gol para el aplauso, que fortaleció su encaminada reivindicación con Alianza.