Luis Aguiar continúa dando señales de ser el refuerzo que sorprenderá a todos. Su riqueza técnica, su esquina, el temperamento y trayectoria internacional, se está viendo en cada sesión y el grupo así lo reconoce.
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Ayer durante el fútbol net por ejemplo, una pelota que parecía difícil fue resuelta con la sencillez que solo poseen los diferentes. Puso el pecho y la hizo reposar como a un bebé.
También es comunicativo y manifiesta esta virtud durante los entrenamientos. Dialoga con el compañero y le transmite su sabiduría queriendo su bien porque comprende que el fútbol como juego colectivo requiere que todas sus piezas estén fuertes y compenetradas.
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Todo entrenador elige siempre a un futbolista de su columna vertebral para que sea la voz en la cancha durante los duelos por los tres puntos y todo parece que Pablo Bengoechea le tiene designado esa gran misión.
La palabra presión le genera cosquillas, con él no va esa frase cliché de “ansiedad” y demás justificaciones cuando se pierde. Lo suyo es al pan pan y al vino vino. Nunca medias tintas. Jugó en Peñarol, metió goles, peleó, mucho ojo con Aguiar.
