Ni bien concluyó el compromiso entre el José Gálvez y Alianza Lima, una lluvia de proyectiles lanzados desde la tribuna hizo retroceder al árbitro Percy Rojas. El hombre estaba temblando de miedo porque no sería la primera vez que un réferi termina apedrado en el Perú.
Entonces, Rojas se escondió entre los policías que le ofrecieron resguardo y se salvó de un ajusticiamiento popular, aunque no de los insultos y críticas de parte de la gente blanquiazul, que le reclamó el penal que cobró a favor de los chimbotanos.
En el remolino de agravios se pudo escuchar la voz del preparador físico de Alianza Lima, Alexis Cortés, así como al mismísimo Gustavo Costas y a su asistente José Soto.Percy Rojas, envuelto por un manto policial, logró escapar hacia el camarín y se puso a buen recaudo, pero debió soportar el agua sucia que le lanzaron los hinchas apostados en Occidente, que le gritaron mil veces “¡ratero!”.