Pedro Pablo “Perico” León García, el mejor delantero centro en la historia del fútbol peruano, dejó de existir en Lima, Perú, a la edad de 76 años. El sábado 9 de mayo, un día antes de celebrar el día de la madre en circunstancias atípicas por un virus mortal que no permite besos y abrazos, el corazón del futbolista histórico de Alianza Lima y de la selección peruana, dejó de latir.
Tras su partida, los mensajes de dolor no cesaron y el testimonio de quienes tuvieron la dicha de conocerlo, son música para los oídos de las últimas generaciones. Todos coinciden en que fue un futbolista extraordinario y sostienen lo dicho valiéndose de acontecimientos trascendentales, tales como el gol a la Argentina en el mítico Estadio Nacional que fue providencial para la clasificación de Perú al mundial de México 70, o la oportunidad cuando Pelé, el rey del fútbol, coincidió con Perico en el aeropuerto y frente a las cámaras precisó que “si hubiera nacido en Brasil él hubiera sido el rey del fútbol y no yo”.
Pero como no existe alguien que pueda conocerlo mejor como la propia madre, gracias a la bendita tecnología encontramos un artículo de dos páginas dedicado a quien en vida fue doña Manuela García, la persona que diera a luz al legendario Perico León.
La nota que reproducimos a continuación titula: “Mi hijito Perico” (Por Manuela García, su madre que lo adora). La foto principal la tiene cargando a Oswaldo, uno de sus pequeños sobrinos. Es una reliquia invaluable.
“Perico, mi hijo, es mi mayor orgullo. No saben lo feliz que me siento al saber que mi hijo ha cumplido sus sueños. Perico ha triunfado en el fútbol, goza de la fama y es un ídolo; pero sigue siendo tan cariñoso como antes, tan juguetón como siempre, tan preocupado por su familia”, declara doña Manuela García en el umbral de su humilde vivienda en la Av. Argentina.
“Mi hijo tuvo una infancia normal, como la de cualquier niño. Era juguetón y bullicioso. Su principal entretenimiento era la pelota, parecía que hubiera nacido para jugar al fútbol. A veces no venía a almorzar por jugar. Nunca le prohibí que jugara, tan solo que no tuviera malas juntas. Felizmente me hizo caso, tal como lo hubiera hecho con su padre, a quien casi no llegó a conocer, porque yo quedé viuda cuando él tenía pocos años”, confesó con nostalgia.
“Mi esposo murió de una lesión cardiaca; trabajaba como albañil, hacía planos de casas en Lince, el barrio donde nacieron todos mis hijos. Siempre vivimos bajo el amparo de mi madre en la calle Garcilaso de la Vega 1941. Debido a la muerte de mi esposo, tuve que dedicarme a trabajar en el lavado y cocina en varias casas, de esa manera salí adelante con mis hijos”, dijo.
Perico de niño jugaba al fútbol y su equipo era el Garcilaso de la Vega de Lince. Un día mientras se divertía apilando rivales aplicando velocidad y habilidad, un extraño se le acercó y cambió el rumbo de su vida.
“Los juguetes preferidos de Perico eran la pelota, los carros y el trompo, en ese orden. Los carros le gustaban grandes para poderlos manejar (él es el único que sabe manejar un vehículo entre todos mis hijos)”, recordó sonriente Manuela y enseguida entregó una gran revelación.
“De su época juvenil, poco puedo decir, porque en ese tiempo lo tuvo bajo su custodia el señor Alfonso Souza Ferreyra. Ya Perico les contó: Un electricista que lo vio jugar lo llevó donde el señor (Souza Ferreyra) y lo recomendó. Perico le cayó en simpatía y el señor Souza le compró sus útiles y le regaló ropa. Al saber que era viuda y tenía varios hijos, se comprometió a cuidarlo y mandarlo a la escuela; y para ello lo adoptó como hijo”, confesó para la ¡Revista Arriba Alianza! Continuará.