Tengo que aceptar que, de no ser por Dragon Ball FighterZ, el primer temor que tendría de un juego de una de mis franquicias favoritas es que fuese un fiasco. No digo que Dragon Ball Xenoverse fuese un mal juego, pero quizá no era lo que muchos seguidores andábamos esperando. Sin embargo, FighterZ pudo cubrir en parte aquel vacío que tenía desde las épocas de PS2 con un juego de la franquicia de Gokú: un gran juego de pelea.
Pese a ello, siempre me pregunté por qué no existía un juego que me permita revivir la historia del anime, haciendo algo más que pelear. Es por eso que, para un fan de los RPG como quien escribe, el anuncio de Dragon Ball Z: Kakarot cayó como anillo al dedo. ¿Cómo es que a nadie se le había ocurrido antes?
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Después de poco más de 15 horas de juego y habiendo llegado hasta la saga de Cell, siguiendo algunas que otras misiones secundarias, considero que puedo animarme a dejar algunas impresiones, sobre todo sabiendo cómo termina lo que queda de la historia (y salvo que la saga de Majin Bu me aguarde con alguna sorpresa). Empecemos entonces con lo que más y menos me gusta de Dragon Ball Z: Kakarot.
Mi primera advertencia es que, si lo que a ti te importa por sobre todas las cosas es la nostalgia que te pueda hacer evocar un juego de Dragon Ball; simplemente deja de leer estas impresiones y corre a comprar el bendito juego. Dragon Ball Z: Kakarot es la mejor recreación del anime jamás vista en un videojuego de la franquicia.
Las posibilidades no se limitan a recrear las más icónicas peleas del anime, sino también episodios como los de Pikoro tratando de controlar a Gohan convertido en Oozaru gigante o Gohan adaptándose a la vida escolar; además de historias secundarias nuevas que complementan el contenido del anime y coleccionables que te hacen recordar los mejores momentos de cuando Gokú era todavía un niño.
Y esto se logra gracias a la participación directa de Toriyama Akira, lo que hace que el juego se tome sus licencias para darnos no solo una muestra casi fiel a lo mostrado en la serie, sino también agregar contenido que nos ayuda a resolver misterios que quedaron pendientes en la misma, como el por qué a Vegeta y a Gohan no les volvió a crecer la cola.
La banda sonora acompaña de manera excepcional la aventura, con temas del anime como los clásicos de Hironobu Kageyama, aunque se dejan extrañar algunas importantes como Unmei no hi: tamashi tai tamashi (que suena durante la transformación de Gohan en SSJ2 en el anime).
El aspecto gráfico es muy similar a lo visto en Xenoverse, con un cell shading bien trabajado y que casi siempre está a la altura de las expectativas. La censura gráfica, especialmente en temas de sangre o violencia se ha dejado sentir, aunque no es que por ello se arruine la experiencia. Sin embargo, a nivel de rendimiento, es donde el juego empieza a cojear.
Pantallas de carga extensas y aparatosas caídas de frames (incluso en una Xbox One X, que es donde estoy jugándolo) hacen pensar que quizá CyberConnect2 pudo esforzarse un poquito más al pulir el juego. Pero no es el principal problema.
La jugabilidad es lo que puede desanimar a quienes busquen una experiencia que vaya más allá de repasar la historia del juego. Es básica, poco retadora y repetitiva hasta el cansancio. Fuera de los combates estelares, los enemigos que podemos encontrar explorando el mundo son bastante genéricos y no ofrecen mayor reto al jugador, sumado al hecho de que no hay mayor complejidad en los combos: basta mashear botones para lograr ataques efectivos. Eso sí, al menos los enemigos principales tienen ciertas técnicas que le brindan algo de variedad al alicaído sistema de combate.
Quizá, el principal valor agregado en este aspecto sea la posibilidad de realizar misiones secundarias, que si bien algunas no se salvan de caer en la monotonía de ir y traer algo de un lugar marcado del mapa, al menos brinda algunas horas más de juego y recompensan con contenido inédito que ayuda a expandir la historia de Dragon Ball.
Otra cosa que también me hubiese gustado tener, es la posibilidad de la localización al español latino, algo que los fans de este lado del mundo, hubiésemos agradecido infinitamente. Al menos los subtítulos están y el audio japonés es bastante decente. El inglés sí te deja en riesgo de una otitis.
Aún me faltan varias horas para culminar la historia, y muchas misiones secundarias por cumplir, pero creo que hasta el momento, Dragon Ball Z: Kakarot es un título que cumple, aunque no destaca. Si bien su valor jugable queda en un nivel cercano a lo mediocre, a nivel de contenido resulta hasta el momento como una compra obligada para cualquier fan de la franquicia. ¿Valdrá la pena al final del recorrido? Eso es algo que solo sabré hasta acabar el juego. Quédense atentos para la actualización apenas lo alcance.
Estas primeras impresiones fueron realizadas con una copia para Xbox One cortesía de Bandai Namco.
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Redacción: Erich García Tafur