La familia libró una batalla legal para recuperar lo que consideraban un derecho legítimo, tras la traición de un hijo que les robó su sueño.
Únete a nuestro canal de WhatsAppHace casi trece años, todos los ojos en Estados Unidos se centraron en Etta May Urquhart y su hijo Ronnie Lee Orender, quienes sonrieron ante las cámaras al recibir un cheque de 32,3 millones de dólares, parte de un premio total de 51 millones obtenido con un boleto ganador del Mega Millions. Sin embargo, lo que comenzó como una historia de suerte se transformó rápidamente en una amarga batalla legal.
El 23 de abril de 2012, Etta May y su esposo presentaron una demanda en el Tribunal Superior de Kern, en Bakersfield, California. Alegaron que su hijo, Ronnie, se había quedado con la mayor parte del premio de la fortuna, mientras ellos recibieron solo una fracción del monto total.
Los Urquhart afirmaron que Ronnie utilizó el dinero para llevar una vida de lujo. Según la denuncia, compró 10 autos, cuatro casas y depositó millones en cuentas inaccesibles para ellos. La demanda también incluyó a varias entidades financieras, como Bancorp Bank, Moneywise, SEI Investment Management y SEI Investment Co., a las cuales acusaron de facilitar las inversiones realizadas por su hijo. En la querella, la pareja exigió la devolución de 32,3 millones de dólares, además de reclamar daños punitivos.
La historia comenzó hace años, cuando Etta May, de 76 años, empezó a comprar billetes de lotería de manera habitual, a pesar de que su hijo no apoyaba esta costumbre, considerándola un desperdicio. Sin embargo, todo cambió cuando uno de esos boletos se convirtió en el afortunado ganador.
Aunque Orender inicialmente apoyó a sus padres y los acompañó a reclamar el premio, la situación cambió cuando, según la demanda, un funcionario de la lotería les indicó que debían firmar el boleto. En un momento de emoción, Etta May no pudo hacerlo, y fue su hijo quien lo firmó en su lugar.
Aunque el boleto estaba a nombre de su madre, Orender le sugirió que afirmara que el premio era suyo y que él se encargaría de administrar el dinero.
Con el tiempo, la situación se complicó aún más. Etta May solo recibió una camioneta Lincoln, unos 125.000 dólares en efectivo y algunos obsequios. Mientras tanto, su hijo gastó el resto del dinero en propiedades, autos de lujo y otros regalos por valor de 350.000 dólares.
En la demanda, los Urquhart aseguran que Ronnie no tenía los medios para realizar tales gastos sin el dinero ganado en la lotería. Cuando Etta May intentó reclamar su parte, su hijo se negó a devolverle el control de los fondos.
El abogado de la familia Urquhart, Barry Goldner, destacó la sinceridad de Etta May y subrayó que el juez Sidney P. Chapin ya había ordenado medidas cautelares para congelar los activos de Orender. Goldner reafirmó que la historia de los Urquhart es clara: "Todo el dinero terminó en manos de su hijo, desde el momento en que se descubrió el billete ganador hasta que cobraron el premio".
Tras el proceso judicial, la madre y su hijo llegaron a un acuerdo confidencial, según informó ABC News.