El programa CAMP apoyó a estudiantes inmigrantes a acceder a la universidad; su eliminación preocupa a quienes dependen de estas oportunidades educativas.
Un programa federal que ayudaba a jóvenes de familias migrantes a asistir a la universidad, el Programa de Acceso a la Universidad para Migrantes (CAMP), fue suspendido este año tras la eliminación de su financiación. Durante años, CAMP proporcionó becas y apoyo integral a estudiantes que de otra manera tendrían pocas oportunidades de educación superior.
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Las historias de muchos jóvenes hijos de trabajadores agrícolas inmigrantes muestran el impacto de estos programas. Gracias a los reclutadores del programa CAMP, varios estudiantes pudieron acceder a la Universidad de Washington, convirtiéndose en los primeros de sus familias en ir a la universidad con el apoyo académico, emocional y financiero que ofrecía esta iniciativa.
El programa CAMP ofrecía becas de cinco años y asistencia en universidades como la Universidad Estatal de Washington, Universidad Estatal de Oregón y Universidad Estatal de Boise. Los reclutadores visitaban comunidades agrícolas para motivar a los jóvenes a considerar la educación superior, mostrando que la universidad era una meta alcanzable, incluso para estudiantes de primera generación.
Programa que facilitaba acceso a la universidad en EE. UU. pierde financiación.
Además del apoyo académico, CAMP brindaba mentoría y orientación personalizada sobre solicitudes de becas, inscripción a clases y adaptación a la vida universitaria. Para muchos jóvenes migrantes esta ayuda fue clave para superar el choque cultural y las dificultades económicas, asegurando que continuaran sus estudios y pudieran aspirar a carreras profesionales.
Aunque CAMP demostró aumentar la retención y éxito académico de los estudiantes migrantes, la administración Trump recortó la financiación, argumentando que los programas para migrantes eran "extremadamente costosos". Esto dejó a muchos jóvenes sin el apoyo financiero y emocional que había sido fundamental para su éxito académico.
A pesar de esto, exalumnos del programa continúan ofreciendo apoyo voluntario, traduciendo información y guiando a nuevas generaciones de estudiantes migrantes. Sus historias demuestran que el programa fue más que becas: fue un puente educativo que abrió oportunidades que podrían haberse perdido sin esta intervención.