Una institución de la magnitud de Alianza Lima también evidencia su lado negativo, situación que quedó demostrada en el arranque del 2020 con Pablo Bengoechea a la cabeza. Indisciplinas, falta de compromiso en algunos casos puntuales y una paupérrima participación internacional fueron las principales causas del cambio de timón, que hoy quedó en manos de Mario Salas.
Por dichas razones, el “Comandante” se planteó cinco objetivos a cumplir a lo largo de la temporada con el propósito de adjudicarse su segundo título nacional en el Perú.
Salas no tolerará una sola, ojo, ¡ni una sola! falta de respeto de los futbolistas hacia su comando técnico, por ende, la continuidad de Jean Deza no está en sus planes por las innumerables oportunidades que desperdició. También se mantendrá firme en la puntualidad de los horarios de entrenamientos y conferencias y, por último, se acabaron los subgrupos en un plantel que deberá seguir la praxis de la unidad en todos sus aspectos.
El “Comandante” es consciente que jugando “bien” (jugar “bonito” es un objetivo para las tribunas), el equipo tendrá más posibilidades de ganar. Alianza es el “Equipo del Pueblo” y como tal tendrá que recuperar la identidad que hipotecó por los resultados con Pablo Bengoechea a la cabeza. Habrá “chocolate” para todos pero con responsabilidad y efectividad.
En la evaluación del plantel, Salas hizo saber a la directiva la obligación de sumar uno o dos refuerzos como máximo. La primera opción es el delantero chileno Javier Parraguez, con actualidad en Colo Colo.
Es el objetivo más complicado. Para el chileno, la clasificación a los octavos de final de la Libertadores es un tiro al aire, por tal razón, puso su visor en acceder a la Sudamericana como tercero del Grupo F de la Copa. Luchará el puesto con Estudiantes de Mérida de Venezuela.
Es el máximo propósito de Mario Salas que espera lograr al final de la temporada para borrarle el cassette a los hinchas blanquiazules de aquella definición global (7-1) del título del 2018 con Sporting Cristal.