Después de Dragon Ball Super, Gokú y Vegeta quedaron gratamente impresionados con el nivel de pelea de Bills, pero aún más cuando se enteraron que el maestro de la deidad era, nada más y nada menos, que su mano derecha, Whis. Desde ese entonces, nuestro protagonista buscó la manera de ver al ángel y pedirle que lo entrene. Este en principio no quería, pero después aceptó.
Whis que había estado entrenando a Vegeta también sumó a su clase a Kakaroto. En principio ellos dos harían las funciones domésticas de la casa del señor Bills, el cual se encontraba en un profundo sueño. El entrenamiento, al comienzo, no era nada de otro mundo, pero con el pasar de los días, se hizo más fuerte.
Nuestros guerreros se agotaban más rápido, pues como parte de su entrenamiento no podían convertirse en Super Saiyajin. El pez oráculo que vivía en la casa de la deidad, le comentó al ángel que Gokú y Vegeta no estaban preparados para resistir tanto y que si seguían así probablemente morirían. La mano derecha de Bills, le explica que primero tienen que superar su propio ki antes de cualquier transformación.
Esto tiene sentido, pues el poder de un dios de la destrucción es demasiado, inclusive para Gokú, por lo que al momento de llegar a convertirse en un dios, este terminaría muriendo. Como ya vimos en el Torneo de la fuerza, nuestro protagonista logra despertar el ultra Instinto, pero solo por poco tiempo.