¿Quién es el venezolano que vendía helados y caramelos en Perú, y hoy juega en la MLB?

La historia de Yilber Díaz es la de un luchador que nunca se rindió. Nacido en Guatire, Venezuela, su camino hacia el béisbol profesional en la MLB estuvo lleno de obstáculos que lo llevaron incluso a alejarse del diamante y cruzar fronteras en busca de un futuro mejor. Con solo 18 años, y sin oportunidades deportivas en su país, decidió emigrar a Perú, donde comenzó a ganarse la vida vendiendo caramelos, helados y limpiando parabrisas en las calles de Lima.

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Aunque su día a día en Perú se centraba en la supervivencia y en enviar ayuda a su familia, Díaz nunca dejó de soñar con el béisbol. A los 16 había colgado el guante al no encontrar equipo, pero su pasión seguía intacta. Por eso, cuando surgió la oportunidad de probar suerte en República Dominicana, no lo dudó. Viajó con la esperanza de ganarse un lugar en el profesionalismo, y fue allí donde participó en pruebas organizadas por los Arizona Diamondbacks, uno de los equipos de las Grandes Ligas.

El destino quiso que su camino se cruzara con la pandemia. En marzo de 2020, ya listo para regresar a Venezuela, la crisis sanitaria global lo obligó a quedarse en Dominicana por casi un año. Lejos de lamentarse, Yilber aprovechó ese tiempo para entrenar, aumentar su masa muscular y mejorar su técnica, decidido a convertir el encierro en una oportunidad.

Su esfuerzo comenzó a dar frutos en las Ligas Menores, donde pasó más de tres años puliendo su talento. Finalmente, el 8 de julio de 2024, la perseverancia fue recompensada: Yilber Díaz debutó en la MLB con los Arizona Diamondbacks. Fue el encargado de abrir el partido frente a los Atlanta Braves, cumpliendo así el sueño que había llevado consigo desde Guatire hasta Lima, y luego a Dominicana.

"Entrenaba todos los días. Cada vez que podías, me veías ahí entrenando en el estadio… Es algo impresionante. Dejé la pelota, pero en mi mente siempre estuvo la idea de superarme y ser alguien en la vida. Trabajaba todos los días y le pedía a Dios todos los por días por mi sueño", declaró en entrevista a Diamondbacks.

Hoy, el muchacho que vendía dulces en Perú se codea con los mejores del béisbol mundial. Su historia es un testimonio de lucha, fe y sacrificio, y un ejemplo para miles de migrantes que, como él, se aferran a un sueño con la esperanza de transformarlo en realidad.