Érika Olivera, la maratonista que fue elegida por votación popular abanderada de Chile en los próximos Juegos Olímpicos Río 2016, reveló que fue abusada sexualmente y violada por su padrastro, un pastor evangélico, entre los cinco y diecisiete años.
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"Debo haber tenido cinco años la primera vez que me abusó", dijo Érika Olivera en una entrevista que publica la revista "Sábado", del diario El Mercurio, la atleta de 40 años que en Río 2016 disputará sus quintos Juegos Olímpicos.
"El dormitorio estaba empapelado con un papel mural rojo, él mismo lo había forrado. Empezó mostrándomelo como un juego, con caricias y después fue avanzando. Esa primera vez no entendí lo que pasó, era una niña, no comprendía nada". explicó la atleta, madre de cinco hijos.
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"Él siempre decía que eso nadie lo tenía que saber. Pasó varias veces más y después nos fuimos a Puente Alto (municipio vecino a Santiago). Yo estaba feliz. Creía que al irnos a una casa sólida, con más vecinos, eso se iba a acabar. Pero ahí siguió peor", añadió.
A los 12 años, cuando ya practicaba atletismo, Érika Olivera contó lo que pasaba a su madre, el padrastro se enteró y bajo amenazas la obligó a decirle a su mamá que era mentira lo que le había contado. La madre "me dijo que ojalá que fuera mentira, porque si era verdad que él me abusaba, nadie me iba a querer, no iba a poder tener hijos ni familia. Esa respuesta me dio", dijo la deportista en la entrevista.
Recordó más adelante el día que encaró a su padrastro: "Fue muy duro, pero nunca me quebré. Le tuve que preguntar cuatro veces para que reconociera frente a sus hijos que me había violado. La última dijo sí. Optó de inmediato por irse de la casa". Desde entonces no ha vuelto a ver a su madre, que junto a su padrastro se fueron a vivir a Pudahuel, un municipio en el otro extremo de la ciudad.
El pasado 21 de junio, Érika Olivera recibió de manos de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, la bandera que portará en el desfile inaugural de los Juegos de Río de Janeiro. Dos días después presentó una denuncia contra su padrastro en un cuartel policial, aunque está consciente de que será muy difícil lograr una condena, pues los delitos están prescritos. "No puedo hacer justicia con mis manos, tampoco judicialmente. La única manera de hacer justicia que me queda es contar la verdad. Los secretos pesan mucho", concluyó.
EL DATO:Érika Olivera es medallista de oro en el maratón de los Juegos Panamericanos de Toronto 1999 y bronce en los de Santo Domingo 2003.