La Visa EB-5 ofrece residencia a quienes invierten millones en EE.UU. y crean empleos, pero el acceso sigue siendo exclusivo.
La llamada Visa de Oro, oficialmente conocida como programa EB-5, se ha convertido en una de las rutas más comentadas para obtener la residencia permanente en Estados Unidos. Este mecanismo fue reforzado durante la administración de Donald Trump, con la finalidad de atraer capital extranjero que genere impacto directo en la economía nacional. Bajo este esquema, inversionistas internacionales y sus familias pueden acceder a la Green Card, siempre que cumplan con requisitos financieros y de empleo bastante exigentes.
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El programa EB-5 está diseñado para personas con gran capacidad económica. La regla principal establece que la inversión mínima debe ser de 1.8 millones de dólares en proyectos que generen empleo en Estados Unidos. Sin embargo, la cifra puede reducirse a 900,000 dólares si el capital se destina a zonas rurales o regiones con altos índices de desempleo. En ambos casos, el requisito clave es que el proyecto beneficie a la economía nacional y abra oportunidades laborales.
El inversor no solo debe colocar el dinero, también tiene la obligación de demostrar que su aportación creará al menos 10 empleos a tiempo completo para ciudadanos estadounidenses. Este punto es vital, ya que el USCIS (Servicio de Ciudadanía e Inmigración) revisa que el impacto del proyecto sea real y verificable. El plazo establecido es de dos años desde el momento de la inversión, tiempo en el que se mide si el proyecto cumple con la expectativa de generar trabajo estable.
Aplicar a la Visa EB-5 no es sencillo. Los solicitantes deben presentar documentos que prueben el origen legal de los fondos, el plan del proyecto, y la capacidad de cumplir con los criterios exigidos por la ley. Además, es común que el proceso tarde varios meses debido a la revisión minuciosa de la información. Una vez aprobado, el inversor y sus familiares directos pueden obtener la residencia permanente, lo que les permite vivir y trabajar de forma legal en Estados Unidos.
La gran ventaja del programa es que no solo favorece al inversionista. La residencia se extiende también a la pareja e hijos solteros menores de 21 años, lo que convierte a la EB-5 en una alternativa atractiva para familias con planes de establecerse a largo plazo en el país. Además, la Green Card abre la puerta a servicios públicos, educación y, eventualmente, a la ciudadanía estadounidense, siempre que se cumplan los plazos de residencia continua.
Durante el mandato de Donald Trump también se planteó un proyecto paralelo conocido como Tarjeta Dorada. A diferencia del EB-5, esta idea proponía una inversión aún más elevada: 5 millones de dólares como requisito mínimo para calificar. El objetivo era atraer a multimillonarios y empresarios de alto perfil, asegurando que sus aportes tuvieran un impacto considerable en la economía. Aunque la propuesta no se consolidó como política oficial, reflejó la intención de endurecer los filtros y aumentar la competitividad del programa.
La Visa de Oro siempre ha estado rodeada de debate. Por un lado, se considera una herramienta eficaz para atraer inversión y empleo; por otro, críticos argumentan que privilegia a quienes tienen grandes fortunas, dejando de lado a miles de migrantes que no cuentan con esos recursos. Lo cierto es que el EB-5 sigue siendo, en 2025, una de las formas más rápidas y directas de obtener la residencia en Estados Unidos, aunque reservada para una minoría con capacidad financiera extraordinaria.