El despliegue militar de EE. UU. en el Caribe aceleró la adhesión de nuevos aliados que ahora apoyan la presión internacional contra Maduro y el Cártel de los Soles.
La creciente presencia militar de Estados Unidos en el Caribe abrió una nueva fase en la estrategia internacional contra el gobierno de Nicolás Maduro. La llegada de destructores, aeronaves y miles de efectivos impulsó a otros países a tomar acciones más firmes frente al avance del Cártel de los Soles y sus redes de tráfico ilícito en la región.
En este escenario, distintos gobiernos caribeños y sudamericanos han comenzado a coordinar medidas conjuntas que incluyen vigilancia marítima, cooperación judicial, apoyo diplomático y respaldo militar. Esta convergencia refleja un objetivo compartido: contener la expansión del crimen organizado transnacional vinculado al régimen venezolano.
Francia, Guyana y Trinidad y Tobago han reforzado recientemente su colaboración con Washington para aumentar la presión sobre Maduro y desarticular las rutas del narcotráfico venezolano.
En el caso francés, París fortaleció la seguridad en Guadalupe mediante la llegada de investigadores especializados, equipos balísticos, unidades náuticas y drones destinados a proteger extensas zonas costeras utilizadas por organizaciones criminales.
Países del Caribe refuerzan su apoyo a EE. UU. frente al régimen de Maduro.
Guyana, por su parte, elevó sus denuncias al señalar que el narco-terrorismo y las amenazas provenientes de Venezuela representan un riesgo directo para su integridad territorial. Este posicionamiento, acompañado de acercamientos diplomáticos con Estados Unidos y la OEA, consolida a Georgetown como un actor clave en el nuevo frente regional.
Frente al incremento de tensiones, Guyana endureció su política exterior y alertó que las acciones del régimen venezolano pueden alterar la estabilidad de todo el Caribe. El gobierno guyanés busca garantizar apoyo internacional firme ante cualquier escenario de conflicto, particularmente en el ámbito de la defensa y la seguridad fronteriza.
Trinidad y Tobago también modificó su histórica postura neutral. Su primera ministra, Kamla Persad-Bissessar, anunció que el país está dispuesto a permitir operaciones militares de Estados Unidos en caso de un ataque contra Guyana.
Este giro estratégico convierte a Trinidad y Tobago en un aliado directo de la coalición encabezada por Washington y fortalece el cerco diplomático y operativo contra el régimen chavista.