El miedo a las redadas migratorias está vaciando aulas en EE. UU.: estudiantes faltan a clase, abandonan la escuela y enfrentan graves efectos emocionales.
El temor a ser detenidos ha cambiado la rutina de miles de estudiantes en Estados Unidos. En distintos puntos del país, niños y adolescentes han dejado de asistir a la escuela o acuden con miedo constante ante la posibilidad de que agentes migratorios detengan a sus familiares.
Ese impacto ya se siente con especial fuerza en Los Ángeles, donde escuelas públicas y docentes denuncian un aumento del ausentismo escolar, casos de abandono y alumnos que acuden a clase con temor constante ante la posibilidad de que sus familiares sean detenidos por agentes del ICE.
Profesores de institutos de Los Ángeles relatan que, desde el inicio de las redadas migratorias en el área metropolitana, hasta un tercio de los alumnos dejó de asistir a clase de forma intermitente. En muchos casos, la ausencia se produjo tras la detención o deportación de padres, tutores o familiares cercanos.
Estudiantes dejan de asistir a clase por temor a deportaciones.
Algunos estudiantes abandonaron la escuela para trabajar y sostener a sus familias, mientras que otros asumieron responsabilidades de adultos, como cuidar a hermanos menores o hacerse cargo de tareas del hogar, lo que dificulta aún más su continuidad educativa.
Psicólogos advierten que el miedo constante está generando problemas de ansiedad, depresión, trastornos del sueño y dificultades de concentración. Algunos expertos hablan incluso de un "trauma de la traición", cuando los menores sienten que las instituciones que deberían protegerlos son las que causan el daño.
Testimonios de estudiantes reflejan una realidad cruda: jóvenes que temen salir de casa, que no pueden concentrarse en la escuela y que viven con la angustia de no volver a ver a sus padres. Especialistas alertan que estos efectos pueden persistir durante años, afectando el desarrollo emocional y social.
Ante la crisis, escuelas y sindicatos docentes de Los Ángeles han implementado protocolos de protección. Entre ellos, limitar el ingreso de agentes migratorios sin una orden judicial, reforzar la atención psicológica y coordinar ayuda alimentaria y económica para estudiantes afectados.
Algunos centros educativos también han distribuido guías informativas para las familias, explicando qué hacer en caso de una detención y cómo autorizar a otros adultos para recoger a los niños en situaciones de emergencia.