El 21 de junio de 1971, Raymond Samuel Tomlinson, programador informático de la BBN Technologies, envió el que se convertiría en el primer correo electrónico del mundo. Si bien este era parte de un experimento del MIT, destinado a desarrollar el primer sistema de correo electrónico en Arpanet, red precursora de la Internet que conocemos, lo cierto es que cambiaría la perspectiva de comunicación entre ordenadores a distancia.
El críptico mensaje era “QWERTYUIOP”, seguido del signo arroba “@”, el cual era el divisor entre el usuario y el computador del destinatario. Esta idea de generar un mecanismo rápido de comunicación fue bien recibida por la comunidad científica.
Dos años después de presentarse de forma oficial en la Computer Comunication Conference, el 75% del tráfico de ARPANET era con correos electrónicos. Esta nueva forma de comunicación sirvió también para el ambito académico en Estados Unidos, puesto que no solo permitía compartir artículos de investigación, sino que la información digitalizada podía almacenarse y ser gestionada de forma rápida y sencilla.
Es así que los correos electrónicos pronto cruzaron las fronteras norteamericanas para llegar a Europa, primero, y al resto del mundo, después.
En 1988 Microsoft introdujo el primer programa para gestionar correos electrónicos y en menos de un año ya contaba con medio millón de cuentas y diez años después la cifra llegaba a los cuarenta millones.
Luego de algunos años, aparecieron otras aplicaciones como Hotmail y Yahoo!Mail, que tenían un propósito más lúdico y proyectaban llegar a un público más juvenil. Es así que el correo electrónico salió de las oficinas y conquistó los hogares. Las familias comenzaban a tener en casa un ordenador con conexión a internet.
En el 2004 Gmail lanza su aplicación beta y, poco tiempo después, en 2009 su versión web definitiva, que se ha convertido en el servicio de correo electrónico más utilizado en el mundo.