De vender chocolates en los buses de Perú, a anotarle a Mineiro, próximo rival de Alianza

En las últimas semanas surgió un caso curioso sobre la migración venezolana al Perú y distintas partes del mundo. Una de llas es la del futbolista Miguel Pernía, quien vivió un complicado momento en suelo peruano.

El futbolista venezolano tuvo una entrevista con el periodista Ítalo Villafuerte, quien conversó con el jugador y compartió a través de su cuenta oficial de Twitter todos los detalles su pericia en el Perú. Pernía tenía 17 años cuando jugaba en el Deportivo Lara de su país y decidió venir a tierra incaica debido a que le habían dicho que la situación acá estaba mejor.

"Empecé a trabajar en el área de verduras en el supermercado Metro. Luego pasé a una empresa textil pero me botaron porque era menor de edad. Y conocí a amigos venezolanos que me enseñaron a vender chocolates en los buses", contó el joven deportista, aunque reveló también que fue víctima de la lamentable xenofobia que fomentan algunas personas.

Tras ello, el venezolano comenzó a probarse en equipos como la Academia Cantolao, pero no pasó las pruebas y siempre el mayor inconveniente es que no tenía los papeles necesarios para ser inscrito por los clubes en la Liga 1. Por tal motivo, al tiempo tomó una decisión que le cambió la vida.

"A pesar de no estar en condiciones debido a mi para de 1 año, regresé a Deportivo Lara para jugar con la Reserva, me fue bien, fiché por Portuguesa y ahora estoy en Carabobo. Gracias a Dios me va excelente", reveló Pernía, quien hace poco le anotó a Atlético Mineiro en la segunda fase de la Copa Libertadores.

"Era la primera vez que jugaba frente a 50 mil personas. Un ambiente mundial. No lo podía creer cuando anoté el gol. Fue bastante emocionante. Lo malo fue el resultado", comentó, aunque el partido terminó 3-1 a favor de los brasileños y quedó eliminado junto al Carabobo de Venezuela.

En la Liga Venezolana, Carabobo marcha noveno con un total de 7 unidades y Miguel Pernía es habitual titular, esperando el momento de poder migrar a un equipo más grande y seguir, a sus 22 años, trazando su futuro.