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    Miguel Ángel Russo: ¿Por qué renunció a la dirección técnica de Alianza Lima?

    Miguel Ángel Russodecidió rescindir su contrato con Alianza Lima harto de la mediocridad del sistema y encima rompió palitos con la mayoría de sus jugadores, directivos y barristas. ¡Nadie lo quería y menos lo entendían!

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    La realidad del medio

    Es difícil creer que a Miguel Ángel Russo, con treinta años en el fútbol profesional, le vendieron gato por liebre pero, según las recientes versiones, creyó que lo realizado por la selección de la mano de Ricardo Gareca había desterrado la informalidad de los clubes, la insensatez del campeonato, el descuido de los escenarios, la conveniencia dirigencial y el nivel amateur de los jugadores. 

    Nivel de los jugadores

    Russo se dio contra la pared al notar la fragilidad de un plantel plagado de zagueros con serias deficiencias hasta para saltar, mediocampistas entrados en años y delanteros desproporcionados física y técnicamente. Pidió refuerzos y recibió apenas rellenos. El nivel tampoco alcanzó no para comprender su estrategia sino para ejecutarla según lo planificado. 

    Ruptura grupal

    Miguel Ángel Russo direccionó a rajatablas su relación con los jugadores. Trazó una línea delgada cien por ciento laboral. Decía que trataba con profesionales, no con “cebollitas”. El caso Kevin Quevedo se lo asignó a los mayores como Tomás Costas y Rinaldo Cruzado. El grupo empezó a mirarlo de reojo, a murmurar en el vestuario, a “tirar” indirectas como en el colegio. Después del partido con Internacional se le fue la lengua —harto de convivir en la mediocridad— al decir que no tenía jugadores del nivel de Andrés D’Alessandro. Para Russo seguir en Alianza significaría tirar al tacho sus pergaminos. 

    Los directivos

    El inicio de la relación fue como la mayoría, entre sonrisas y promesas a granel, pero con el correr del tiempo, las exigencias desproporcionadas y la racha de diez partidos al hilo sin ganar resquebrajaron la comunión con una directiva incapaz de solucionar los problemas al menos con la verdad. Ayer, por ejemplo, fue obligado a trabajar y a cumplir con su contrato. La propuesta de Huracán cayó como del cielo, propicia para librarse del suplicio.

    La barra y sus formas

    Miguel Ángel Russo internamente se quejaba de las presiones externas, sobre todo de los barristas, rechazaba los contactos, no los quería cerca de Matute. Por algo decidió trabajar en Lurín. Y fueron algunos jugadores quienes —al ritmo del corre, ve y dile— se encargaron de indisponer al entrenador con los hinchas. Las redes sociales fueron receptoras de los mensajes ácidos, irrespetuosos y de grueso calibre. 

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