Melina León sobre Netflix: "Así como alivian el golpe económico, también golpean mucho con su deseo de exclusividad"

Joaquin Castañeda / @joaquinrenato

Melina León es una cineasta peruana que reflejó a través de su película Canción Sin Nombre la historia de una madre andina que vivió los momentos duros que nuestro país pasó en la época de los 80.

Ella junto a su equipo han logrado realizar una producción que hoy en día ha cautivado a los usuarios de Netflix y que ha cosechado una serie de elogios. Con sus más de 40 premios -entre ellos los prestigiosos Canes-, la cinta ha sido seleccionada para ser precandidata a los Oscar 2021.

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Líbero se contactó con la cineasta peruana para conocer su perspectiva sobre esta destacada producción, así como también sobre sus próximos proyectos y la precandidatura a los Premios Oscar 2021.

¿Cuál fue tu inspiración para realizar ‘Canción Sin Nombre’?

La inspiración que me motivo a realizar la película fue un poco el impulso de hacer algo que tenga verdad. Yo estudié cine en el extranjero y estaba buscando una historia para comenzar mi primera película. Yo ya tenía todas las ideas, pero no sabía qué iba hacer y un día me llega la famosa llamada de mi padre y me cuenta que lo había llamado una chica francesa para decirle: “Hola gracias, soy Selim, soy una de las bebés que fueron robadas en 1981”, y ella lo llama ya en el 2006 o 2007 aproximadamente.

Entonces yo dije en ese momento 'esto creo que es una película, yo creo que tengo que contarlo y encontrar la mejor manera de contarlo porque esto va a significar mucho para mí y para el país', para poder reestablecernos, repararnos, porque cuando miramos nuestro pasado y lloramos, sentimos, es una manera de sanarnos.

¿Cómo nació la idea de que la película sea en blanco y negro?

Creo que nació desde la época de 'El paraíso de Lili', porque también la grabamos en blanco y negro. Ya había una exploración ahí. Yo creo un poco por la belleza del blanco y negro y también porque nos lleva a esos años.

De alguna manera, si nos ponemos a pensar y nos preguntamos cuál es el recuerdo gráfico o la memoria visual de nuestra época de los años 80, tenemos que revisar las revistas, los periódicos y esas fotografías estaban impresas en blanco y negro. Entonces todas esas verdades sensoriales las queríamos poner, además que siento que el cine es un arte plástico y hay que pensar en todos los elementos que van a expresar que tu estás sintiendo y recordando.

¿Cómo lograste profundizar en la perspectiva de Georgina y Pedro, los protagonistas de tu película y, además, contar la historia desde sus dos puntos de vista?

Era importante para mí tener los dos puntos de vista, porque yo encuentro esta historia a través de un periodista y a la vez siento que la historia le pertenece a la madre. Entonces yo dije vamos a ir cambiando, vamos a estar con ella, vamos a saber lo que sabe ella (Georgina) siempre y cuando estemos con él (Pedro) vamos a saber solo lo que sabe él. Hay una especia de homenaje a la vida en estas decisiones.

Desde la inspiración de la historia de tu padre como periodista, ¿Cómo desarrollaste la escritura de tu guion?

Se convirtió todo en una ficción, decidí convertirlo todo en una ilusión, porque quería libertad para hablar de muchas cosas, para además darle un cuerpo temático a la película y eso te lo permite la ficción. 

Partir de un evento que te inspira a construir otro y de hecho que movimos la época, lo cambiamos del año 81 al año 88, porque yo del 81 no recuerdo nada. Fue un proceso que duró un buen tiempo y también tomó tiempo desarrollar la idea de que Pedro (personaje) fuera homosexual para poder hablar también de ese tema.

¿En qué momento se involucró Inti Briones, tu director de fotografía, con la película? ¿Cómo fue el proceso con él?

Con Inti Briones, nos presentó Nenée Herrera, que es como la madrina no solo de la película, si no un poco de nuestras carreras. Esa relación tan poética con Nenée, marca la otra relación poética con Inti, sobre todo de cariño y amistad. 

Partió todo porque yo necesitaba un fotógrafo para filmar mi tesis en Perú y la persona en la que había pensado estaba ocupada, entonces le comenté a Nenée “mira no tengo fotógrafo” y ella me respondió, “hay que llamar a Inti”, y yo le volví a responder, “pero Inti está en Chile en primer lugar y en segundo lugar es famoso, cómo va a venir a firmar mi corto si no tengo dinero para poder pagarle”. Y así fue que lo llamó y él teniendo una carrera aceptó y fue un golpe de suerte mío y generosidad suya. Además, dos personas que vivían en diferentes sitios, a penas podíamos sentarnos a conversar y nos íbamos acercando poco a poco. 

El siendo peruano teníamos esa pena de aquellas épocas, de esa infancia que también tuvo luz, porque nunca las cosas son blanco o negro. La verdad es esa, siempre en la melancolía de una época amarga, pero también un recuerdo de cariño hacía el Perú, de admiración y de las ganas de mostrar la belleza de la cultura andina. Entonces es toda una mezcla de cosas que hizo que Inti fuera parte de Canción sin Nombre.

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¿Qué viene para ‘Canción Sin Nombre’? ¿Han pensado proyectarla a través de otros canales?

Sería lindo, porque así debería ser, pero Netflix prohíbe cualquier otra reproducción que no sea en su plataforma. Es muy linda toda la llegada que ellos tienen que, de alguna manera, nos permite palear el golpe económico de no haber salido a salas, sin embargo, así como alivian el golpe, también golpean mucho a los otros con su deseo de exclusividad.

Precandidata al Oscar 2021 y nuevos proyectos

‘Canción sin Nombre’ ha conseguido más de 40 premios, entre ellos, Canes. Hoy es precandidata a los Oscar 2021. ¿Cuál es esa sensación que tienes al saber que esta producción está tan cerca de representar al Perú en el certamen más grande del cine?

Estamos muy orgullosos y estamos muy agotados porque es un proceso bien largo. La pandemia se extendió más pero igual íbamos a postular al Oscar este año porque claro que queríamos estar presentes, a pesar que por ahí se nos podía escapar al último en la selección de Perú, pero estábamos bien atentos a ver si nos seleccionaban a nosotros. Pero es un entusiasmo, un sueño porque quién no quiere la atención que una película recibe cuando está en la Estatuilla Dorada. 

Es el Oscar, claro muy importante, pero es la atención porque ya sales de un circuito informado del cine y de pronto te llama la contadora a felicitarte y nunca te enteraste de lo que era ‘Canción sin Nombre’ y ahora sí lo sabes y ahí yo entiendo por qué el Oscar es tan importante, porque empiezas a hacer conocida la película en todas partes y eso es tremendamente positivo.

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Viendo el éxito internacional que tiene la película, ¿Crees que el cine nacional tiene hoy un futuro distinto?

Yo creo que sí. Canción sin Nombre es un trabajo en conjunto y un ejemplo de lo que podemos hacer. Así como Retablo o Wiñaypacha lo es, son resultados de apoyo y todos somos posibles gracias a que existe DAFO, que es la oficina del Ministerio de Cultura.

¿Son este tipo de historias las que van a seguir motivando tu cine? ¿Cuáles son los siguientes proyectos que tienes en mente?

Claro que sí. No se si para la segunda película voy a explorar un tono tan trágico o similar, porque yo tengo muchas ganas de explorar otros tonos, hacer otras búsquedas, pero la cultura andina, nuestro pasado, nuestro presente, que significa ser peruano hoy día, nuestras razas, odios, coloniajes, todo ese conjunto que somos y nuestros sueños, todo eso quiero seguir trabajando.

¿Cuál es el nombre que tienes para tu próxima historia?

La siguiente historia es San Blas. Es una historia de una niña de Cusco, del barrio de San Blas, que descubre que tiene epilepsia y no sabe si va a vivir o morir, pero descubre que es artista y en ese proceso encuentra la relación entre el arte, la muerte y el amor.