Samuel Kangethe vivió 16 años en Michigan como estudiante, esposo y padre, hasta que en agosto regresó a Kenia, dejando a su familia por temor a ser deportado.
Samuel Kangethe, inmigrante keniano, construyó una vida estable en Michigan con su esposa y tres hijos, pero tomó la difícil decisión de autodeportarse tras 16 años en Estados Unidos. Su historia refleja la complejidad y el miedo que enfrentan muchos extranjeros ante la incertidumbre migratoria y el endurecimiento de las políticas de deportación, según reporta CNN en Español.
Samuel y Latavia Kangethe en su hogar en Lansing, Michigan, el 3 de julio de 2025.
Kangethe llegó a Estados Unidos en 2009 con una visa de estudiante F-1. Obtuvo una maestría en Finanzas en la Universidad Central de Michigan y desempeñó trabajos como contador tanto en el sector privado como en el gobierno estatal. A pesar de no tener antecedentes penales, se encontró atrapado en una situación migratoria incierta.
“Siempre acudía a inmigración para solicitar la extensión de mi residencia, pero nunca recibía una respuesta definitiva”, relató a CNN en Español.
En 2012 se casó y obtuvo la residencia condicional, pero las autoridades lo acusaron de fraude matrimonial, lo que bloqueó su proceso de regularización. Aunque se volvió a casar en 2018 con Latavia, madre de sus hijos, su situación no mejoró.
"Nos entrevistaron varias veces y el funcionario me dijo: 'Amigo, lo siento mucho, tengo las manos atadas'", recordó. La presión aumentó con la administración de Donald Trump, lo que intensificó su temor a ser arrestado y deportado.
El 17 de agosto, Kangethe partió solo hacia el aeropuerto de Detroit, para evitar que la despedida con su familia fuera más dolorosa. Antes de irse, reunió a sus hijos y les explicó que debía abandonar el país. La menor, de cinco años, rompió en llanto, y él les prometió que haría todo lo posible para que pudieran visitarlo en Kenia, según CNN en Español.
Actualmente, sus hijos se comunican con él mediante videollamadas, mientras Latavia los acompaña en terapia para ayudarles a manejar la ansiedad y el miedo al abandono.
La familia también enfrenta desafíos económicos tras haber gastado sus ahorros en trámites legales. Kangethe vive con su madre en Nakuru, Kenia, y busca empleo mientras espera una audiencia migratoria virtual en 2026. “Allá solo estaba sobreviviendo, esperando que no me detuvieran. Aquí, al menos, puedo vivir con dignidad y mi familia sabe dónde estoy”, concluyó.
La historia de Kangethe evidencia los efectos emocionales y económicos que la incertidumbre migratoria puede generar en las familias.
Su decisión de autodeportarse, sin acogerse a los programas de retorno voluntario del Departamento de Seguridad Nacional, refleja la complejidad de la vida de muchos inmigrantes legales pero vulnerables. Aunque está físicamente separado de sus hijos, mantiene contacto constante y planea reunirse con ellos en el futuro.